UN DESPERTAR SALVAJE

-Se lo juro –dijo él sereno-, no sé cómo llegó a mi pierna, sólo recuerdo que la noche anterior tuve cantidad de pesadillas. Luego me levanté para asearme como de costumbre y caí al suelo boca abajo, en ese momento supe que algo andaba mal en mis piernas, e inmediatamente miré hacia ellas y ahí estaba, la piel de una gran serpiente parecía cubrir toda mi pierna derecha hasta la ingle. El pánico se apoderó de mí, y mi primer reflejo fue buscar las mandíbulas de aquella serpiente que había comenzado a devorarme por la noche, pero para mi sorpresa no encontré nada a mí alrededor. La piel de la serpiente estaba integrada a mi piel de manera natural. Estaba por todo lo que antes era mi pierna, mi rodilla, mi pantorrilla, hasta llegar a mi pie donde encontré la cabeza de la serpiente.
-¡Vaya! - exclamó el jefe mientras miraba un poco horrorizado y con curiosidad su nueva pierna en forma de serpiente.
-Así es, de inmediato supe que era una serpiente pitón por las figuras de su piel, de algo me sirvió leer sobre animales. No me preocupé, sabía que no me atacaría con una mordida venenosa. De todos modos en ese momento guarde la calma, porque todavía existía la posibilidad de morderme o intentar asfixiarme. Pero para mi sorpresa mis temores se despejaron cuando ella se enrollo en mi otra pierna sin presionarla y luego subió hasta mi cara, se posó a un lado de ella y jamás hizo nada agresivo, es como si la serpiente de pronto sintiera que mi cuerpo es parte de ella. Al menos ese fue mi razonamiento que terminó con el pánico de ser agredido por ella.
-¡Esto es realmente increíble! Ahora entiendo porque no has venido a trabajar aquí en la planta y siempre estás trabajando remotamente.
-Sí, es por eso que pasé a trabajar todos los días remotamente este último mes. Me tomó un par de días asimilar lo que me estaba pasando. Revisé todas mis medicinas para ver si no había tomado algún potencial alucinógeno, pero recordaba bien que no había ingerido nada últimamente. Desde que la serpiente me acompaña, reflexioné mucho sobre el asunto y me preguntaba si no estaba perdiendo el juicio. Un día llamé a un par de amigos. Ellos vinieron a mi departamento y al igual que usted se quedaron boquiabiertos. Eso fue a mediados de la primera semana. Después la serpiente se tornó muy inquieta, y no podía salir a la calle con algo así. Sabía que podría causar pánico por todas partes. Antes de hacerlo tendría que calmarla. Mis amigos me dijeron que llamara a la policía o a una ambulancia. Yo les dije que a la policía jamás, dirían que ese animal no debe de estar en casa pues es un animal exótico y me pedirían dinero para mantener el secreto. Mis amigos conocen bien a nuestra policía y estuvieron de acuerdo conmigo. Sobre ir con un médico les dije que lo más seguro era que me mandarían a urgencias y terminarían por amputarme la pierna. Odio las operaciones y no tengo intenciones de quedarme sin una pierna aunque ésta se haya convertido en serpiente, así que les pedí que guardaran el secreto y al tener la posibilidad de trabajar desde casa me las arreglé para no venir a la planta a trabajar y hacer todo desde casa y usted ha visto,  todo ha sido entregado a término.
-Sí, desde luego he visto que todo lo has hecho mejor de lo esperado – siguió su jefe que todavía miraba estupefacto aquel animal sobre la pierna – y ahora tienes mi permiso para que sigas desde tu casa y trates de resolver tu problema. ¿Qué piensas hacer?
- No lo sé aún, al menos pude calmarla, al parecer se ponía muy inquieta por su apetito, yo creía que con lo que yo comiera bastaba, pero no. Para mi sorpresa a esta serpiente le fascinan los televisores. Le gustan de todo tipo y la única forma de calmarla es dándole uno para su ingesta. Lo averigüe porque varias veces me arrastró hacia el televisor de mi sala. No entendía qué quería hasta que abrió sus enormes mandíbulas y trató de engullirlo por completo, como lo hacen con sus presas. Con esfuerzos logré impedirlo. De inmediato llamé de nuevo a mis dos mejores amigos y les pregunté si tenían algún televisor viejo que no les sirviera. Uno de ellos me dijo que tenía uno, le pedí que me lo trajera de inmediato, que tenía que experimentar algo. Mi amigo me hizo el favor de traérmelo a mi cuarto. Y así fue, la serpiente de nuevo dio un enorme brinco y me arrastró hacia el televisor viejo de mi amigo, de nuevo abrió su enorme mandíbula y comenzó a tragarlo por completo. Mi amigo y yo nos quedamos atónitos. Desde esa vez tengo que conseguir un televisor de tamaño medio por semana para aquietarla. Hasta he tenido que comprar teles viejas. Y ya no veo más televisión porque no quiero que se coma mi televisor que me costó bastante dinero, posiblemente lo venderé.
-¡Oufff! Debes estar sufriendo mucho ahora sin televisor, yo no podría vivir sin ver tele.
-No, no – dijo él – me creerá que no me hace falta, la verdad es que ahora leo mucho más. Cuando leo no hay anuncios comerciales cada cinco minutos pidiéndome que compre, compre y compre y que no pare de comprar. Además los canales locales hoy en día son una basura de programación. El culto a todo lo naco y vulgar cubre los canales locales mexicanos. La televisión por cable está infestada de programación gringa, muchas cosas no se adaptan correctamente a nuestra cultura y después de un tiempo comienza a hartar, era tan fácil en otros tiempos apretar el botón de encendido, pero ahora con la serpiente no lo es. Lo que le agradezco a esta serpiente es haberme regresado el gusto de leer. En la lectura encuentro autores rusos, japoneses, argentinos, franceses con historias emocionantes de todas partes del mundo y todo sin comerciales que interrumpan. Definitivamente esta serpiente me tiene un poco atorado pero me liberó de un gran mal, un enorme mal que describió muy bien Ray Bradbury en su novela distópica Fahrenheit 451: ‎"La televisión, esa bestia insidiosa, esa medusa que convierte en piedra a millones de personas todas las noches mirándola fijamente, esa sirena que llama y canta, que promete mucho y en realidad da muy poco." Pero bueno eso ya es otro asunto. Le prometo que estoy haciendo todo lo posible por resolver mi problema con esta pierna en forma de serpiente. Y le agradezco me deje trabajar desde casa mientras encuentre una solución. He sido muy afortunado de tener muchos seres queridos a mí alrededor que me han ayudado mucho para salir adelante con esto.
-No te preocupes – dijo el jefe con un sonrisa – como es bien sabido no hay mal que por bien no venga, y parece que encontraste algo bueno con tu pierna en forma de serpiente. Por mí no hay problema, sigue trabajando desde casa y esperemos se solucione pronto tu asunto.
Seis meses después él volvió a tener una noche llena de pesadillas, despertó a la hora acostumbrada para dirigirse a la ducha cuando notó que caminaba con sus dos piernas y sonrió con gran alegría. Siguió su vida normal, pero esta vez leía más en vez de encender el televisor y se sentía mejor que antes.  




TRÁFICO EN GUADALAJARA

Viernes por la noche, voy por la avenida López Mateos, el tráfico es denso  pero fluido. A lo lejos, al inicio de un paso a desnivel, una fila de autos luce casi estática. Me acerco lentamente, como cuando alguien observa algo que no reconoce pero cree saber de qué se trata. Mi auto pasa a formar parte del par de enormes filas que parecen ser devoradas por aquel enorme túnel. Respiro con resignación hasta entrar en estado de meditación. Observo detenidamente a mi alrededor, sólo autos. Miro dentro de cada uno de ellos. Algo me hace ruido en lo más profundo de mis entrañas, algo me sacude, algo no cuadra, algo no tiene sentido. Los autos pasan uno tras otro con uno o dos pasajeros a lo mucho. Algo es incoherente, pienso. Pero es viernes y no quiero reflexionar, así qué enciendo la radio, pongo mi música preferida y me preparo para un trayecto prolongado.



EL HOMBRE MÁS GORDO DEL MUNDO

Una noche antes de acostarse, escuchaba un auto estacionado frente a la casa de los vecinos con una música detestable a todo volumen. Su esposa que se alistaba para entrar a la cama hizo una mueca de resignación. Él pensó en la crisis que vivían, una de las más grandes del país en las últimas décadas. La crisis para él no sólo era económica, sino también moral. Y se reflejaba por todas partes. Televisores que funcionaban como niñeras de sus hijos, niños que faltaban el respeto a sus mayores y jamás eran reprendidos, música que se escuchaba a todo volumen por las calles del vecindario a veces hasta altas horas de la noche, jóvenes paseando en sus autos con música superflua a un volumen estridente. Y lo peor del caso, es que nadie se quejaba de nada y todo el mundo dejaba hacer cualquier cosa a aquellas nuevas generaciones. “¿En qué momento se perdió el respeto por los demás?” se preguntaba. “¿En qué momento los caprichos de las nuevas generaciones se impusieron? ¿En qué momento los padres dejaron de valorarse ellos mismos y creyeron que satisfacer los deseos de sus hijos les traería la felicidad?” se obsesionaba con la cuestión. Reflexionaba que incluso, era casi imposible ir a la casa del vecino para quejarse de que su hijo le subía a todo lo que daba a la música por temor a una represalia, o peor aún por miedo a terminar baleado en una disputa. La psicosis era enorme, la gente prefería no inmiscuirse en nada.
Por las noches meditaba horas sobre la cuestión “¿Qué nos paso? ¿Cuál fue el error? ¿Y ahora qué podemos hacer? ¿Qué pasará? ¿Tiene que haber un gran derramamiento de sangre para que las cosas cambien? ¿Es el único modo?” Él sabía la respuesta para cambiar las cosas, o al menos creía saberla. Educación era la clave, valores morales, enseñar el respeto a los demás, ética profesional, valores humanos, civismo, etc. “¿Pero cómo se enseña eso? ¿Cuál es el modo?” Sabía la respuesta: el sistema educativo. Era necesaria una revolución educativa, invitar a la sociedad a rebelarse, a juntarse en asociaciones civiles y presionar al gobierno para generar políticas a largo plazo en favor de la educación, políticas que fueran manejadas por grupos civiles; no por gobernantes que entraban y salían después de unos años. “¿Pero cómo hacer eso?”, reflexionaba cada noche antes de dormirse y se ponía ansioso de tanto pensar. Se presionaba a encontrar una respuesta, no quería dejar ese mundo a sus dos hijos. Sabía que él podía esforzarse lo más posible para que sus descendientes no fueran unos tiranos más. Podía educarlos de la mejor manera posible, de ese modo contribuiría a hacer un mundo mejor. Pero no era suficiente, pues sus hijos vivirían infelices en un ambiente donde nadie respeta nada y terminarían siendo como todos los demás, o lo que es peor: no sobrevivirían. Quería hacer algo por la humanidad y no quería que fuera cualquier cosa. Seguido escuchaba a su esposa decirle que no le diera tantas vueltas al asunto, pero él no pensaba rendirse, sabía que en la historia siempre hubo mentes que habían logrado encontrar la verdad y de algún modo trasmitirla de persona a persona para trabajar como un solo ente con gran fuerza de cambio. Con esa esperanza, aquella noche, dejó la cuestión de lado por el momento. Sabía que una respuesta le llegaría para lograr ese cambio. Le dio un beso en la frente a su esposa y se quedó profundamente dormido.
Tiempo después, exhausto de tanto trabajo, decidió tomarse las tardes para ver televisión que no había visto en meses. Y una tarde, acostado frente al televisor pensó “Santo cielo, estos programas no hacen más que apelar al morbo de la gente” También sintió que la programación cada vez era más amarillista y dedujo “Seguramente se debe a esta crisis. Al ser la mayor parte del público poco educada se inclinan por programas amarillos y morbosos donde no hay que pensar mucho”. Entonces después de aquel análisis repentinamente encontró la respuesta a su gran inquietud. “Lo tengo” pensó con una euforia que se guardo para él.
Desde entonces, empezó a comer como nunca. Comía más de cinco veces al día. Todos los días hacía escala en restaurantes de comida rápida gringa. Por las noches se iba a los tacos, a los hot dogs de los puestos de las esquinas.
Un año después, de pesar sesenta y nueve kilos pasó a pesar ciento veinte kilos. Continuó con su dieta de tacos, refrescos, pizzas en todo tipo de restaurantes de comida rápida gringa. Todo el mundo empezó a desconcertarse al ver como alguien que siempre se había mantenido en su peso, estaba aumentando a un ritmo muy acelerado. Su familia preocupada le preguntaba por qué estaba engordando así nada más y el jamás les contestaba. Su esposa alarmada decidió dejarlo porque siempre se negaba a hablar del problema y por más que le sugería visitar a un psicólogo para resolver sus problemas, él nunca lo hizo. Y lo que derramó el vaso de agua fue ver que estaba pagando a nutricionistas para que lo ayudaran a engordar y a veces no había ni para los gastos familiares. Su esposa ganó la custodia de sus dos hijos pequeños. A pesar de eso, él iba todos los días a visitarlos y les decía “Hijos, ya verán, yo voy a cambiar este país para que sea mejor para ustedes”
Pasaron cinco años y no paraba de comer. Llegó a trescientos cuarenta kilos. En su oficina rompió más de diez sillas. Al final, ante la imposibilidad de movimientos, el gerente le propuso trabajar desde su casa. Y así desde su casa siguió tragando comida, ordenando decenas de pizzas por día. No paraba.
Una tarde su madre lo visitó y mientras él comía unos tacos en la mesa del comedor, ella le preguntó “¿Te has vuelto loco hijo?” “No madre” contestó “sé lo que estoy haciendo, ya verás, lo hago por todos ustedes, por el país, por todo el mundo. Esto va a ser la mejor obra de mi vida”
Cinco años después, pesaba quinientos kilos y cuando salía a la calle todo mundo lo miraba con asombro, como si se tratará de un pequeño elefante paseando por la ciudad. Mucha gente lo detenía y le decía “Señor, ¿Podemos mi familia y yo tomarnos una foto con usted?”
Él empezó a frecuentar una plaza donde se hizo conocido por su gran tamaño y gordura. Un día una televisora local lo entrevistó y le preguntó: “¿Cómo es que usted llegó a este peso?” “Fue por decisión propia, y todavía no llego al peso que me he propuesto como meta” contestó “Todavía no, ¡Vaya! ¿Y cuál es su meta si se puede saber?” preguntó el locutor con cara burlona “Seiscientos kilos, quiero ser el hombre más obeso del mundo, quiero que propaguen mi meta, estoy seguro que en un par de años lo voy a lograr”
Pasó un par de años y el hombre había sido visitado por medios y televisoras del todo el mundo: CNN, Discovery Channel, National Geographic, MTV, etc. Todas las cadenas televisoras que explotaban el morbo que ya eran la gran mayoría, lo buscaron para entrevistarlo. El hombre no podía moverse más, seguía trabajando desde su casa. Su madre y una ayudante que había contratado, lo asistían con el aseo personal y la comida. “Entonces usted superó a cualquier hombre gordo en este planeta y ahora acapara la atención de todo el mundo”, le preguntaron un día. “¿Ahora qué sigue? ¿Usted continuará engordando? ¿Qué es lo que se propone? ¿No necesita ayuda para adelgazar?” preguntaba un entrevistador de un programa televisivo “No, no, adelgazar no, estoy bien así, me quiero mantener. Como dije a otras televisoras esto fue decisión mía y me convertí en esto porque tengo un mensaje para todos” dijo mirando a la cámara quien tomaba cada ángulo de su gordura, que era como una enorme gelatina humana. Recostado en una cama matrimonial que abarcaba por completo, transmitió su mensaje para cientos de televisoras en todo el mundo “Tenemos que hacer una revolución educativa, tenemos que exigir a nuestros gobiernos que apuesten por la educación a largo plazo, por los valores humanos, morales, por la ética profesional, por el civismo. Tenemos que unirnos todos y hacer una sola voz que demande lo que les digo. Sólo eso cambiará el mundo. Ustedes televidentes creen que me puse así de gordo nada más por nada, pero no, me puse así porque sabía que la mayoría estaría aquí viéndome y así podría pasarles mi mensaje. La falta de educación por parte de nuestros sistemas hace que las televisoras hagan programas como este, porque el pueblo es lo que pide, y hoy es lo que más tenemos, estamos mal, les pido reflexionar…”. Habló de todos los detalles de su idea. Y a pesar de que la enorme audiencia inició viéndolo con la mera intención de satisfacer su morbo, no falto quienes lo escucharon atentamente y lo apoyaron.
Un año después, científicos empresarios que habían oído su discurso y habían sido testigos de su éxito, le hicieron unas piernas mecánicas que podían soportar su enorme peso. Ahora no sólo su gran peso era un atractivo morboso, sino también sus piernas. Parado frente a miles de personas por todo el mundo continuó con su evangelización; además, lo siguieron cientos de asociaciones civiles en pro de la educación. Estas asociaciones civiles daban seguimiento a planes educativos a largo plazo. A partir de ahí, el mundo comenzó a cambiar para bien.



LA SEXÓLOGA

Con los ojos comprimidos por una tela negra, y como una flor mojada de cuatro pétalos, ella se sentía extasiada, sobre todo después de una serie de fantasías que le habían contado. Estaba amarrada en el suelo con cuerdas que iban a los diferentes ángulos del cuarto. Las que sostenían sus piernas hacían que éstas quedaran abiertas como un par de puertas hacia el placer.
-¿Cómo te sientes ahora amarrada? – preguntó la mujer que la acompañaba.
-Pues me siento algo extraña- dijo ella.
-Necesito que te quites las pantaletas, no te lo tomes a mal, confía en mí. Sé que llevas ya más de dos meses intentando todo lo que te he dicho, caricias, posiciones, etc., y no has logrado nada, pero, sin duda has avanzado y estoy segura que hoy lo lograremos.
Ella procedió a quitarse las pantaletas con un poco de recelo, pero decidió soltarse porque había depositado toda su confianza en aquella mujer, ya que sí había sentido grandes progresos. Y al parecer toda esa situación inesperada la estaba excitando aún más. Su mini falda se había subido hasta su cintura y se apreciaba su sexo completamente húmedo, mientras una máquina destinada a complacer a la más insaciable se dirigía hacia su vagina. Era un tubo de larga longitud al que se le podía embonar todo tipo de consoladores. La mujer procedió a colocar uno de tamaño medio y poco a poco fue posicionando el tubo cerca de ella para enseguida introducírselo. Ella soltó un gemido mientras sentía como se mojaba más. La mujer encendió la máquina que comenzó a sumir y sacar el consolador lentamente. Ella se retorció sintiendo cómo el placer la invadía desde su sexo para subir a través de cada vertebra hasta llegar a su cuello y terminar en su boca donde perdía el aliento. Al ver eso, la mujer desenfundó un látigo, y con una maniobra que denotaba gran habilidad, dio exactamente en la nalga izquierda de ella, quien soltó un grito ensordecedor:
- ¡Estúpida! ¡Eso dolió! -dijo agitada, pero después de unos minutos en que la máquina oscilaba más rápido pudo sentir un placer que jamás había experimentado. De pronto la máquina parecía un taladro y la mujer le tiró varios chicotazos más en sus nalgas que se agitaban como un par de gelatinas, sus piernas parecían dos seres ahogándose en cierta agua profunda. Levantaba la pelvis que parecía pedir clemencia pero a la vez solicitaba más. De pronto la mujer paró la máquina y ella agitada como nunca, jadeaba sin cesar. La mujer le dijo en un tono sádico:
- ¡De verdad eres difícil, pero de aquí no saldrás sin haber terminado!
Se produjo un breve silencio, un espacio de tiempo en que ella se limitó a sentir y recordar:
Unos meses antes, ella y sus amigas, estaban sentadas en el fondo de un restaurante donde habían quedado en encontrarse aquel viernes por la tarde. Un restaurante exótico pero de buen gusto. Entraron en todo tipo de pláticas, sobre sus trabajos, sus proyectos, sus relaciones y de pronto entraron en temas cachondos.
-Hay cómo dices eso - exclamó ella dirigiéndose hacia su amiga robusta de pechos sugestivos - ¡Cómo que te imaginaste a tu vecino mientras lo hacías con tu esposo! ¡Eres una pervertida!
- ¡Cálmate! -respondió su amiga con cara de estar recordando un gran momento- Seré una pervertida, ¡Pero qué orgasmo, qué orgasmo!
Todas reían y ella se quedaba callada con cara de disgusto.
-Vamos, vamos no me digas que tu nunca te has imaginado a alguien más cuando lo haces con tu esposo – le preguntó su amiga la delgada de piernas impecables y continuó – yo me he imaginado hasta a mis primos y una vez hasta a mi hermano el mayor.
-¡Cómo crees! – dijo ella con cara de espanto.
- Uyyy amiga – habló su amiga la bien formada de enormes pompis – yo hasta sobrinos, yo me valgo de todo: artistas, maestros, me imagino hasta orgías donde hasta algunas de ustedes han participado, ji, ji, ji.
-Ja,ja,ja –todas rieron- eres una pecadora ja,ja,ja. –agregaron.
Ella después de escuchar todo eso presentaba una cara pálida. Entonces su amiga de pechos sugestivos toda agitada con una gran sonrisa volteó hacia ella y le preguntó:
-¿Cuéntanos y tu cómo le haces para llegar?
Ella no respondió y un par de lágrimas salieron de sus ojos. La amiga de grandes nalgas que era la que más congeniaba con ella la tomó de la mano y la sacó de la mesa para llevarla a los sanitarios. Mientras caminaban hacia allá, su amiga le preguntó:
-¿Estás bien?
-Sí, lo estoy, pero es que ustedes hablan muy abiertamente y esa última pregunta no me gustó.
-Pero ¿Por qué no te gustó?
Volvió a callar y escondió sus ojos mirando hacia el suelo. Entonces su amiga le levantó la cara con la mano sobre la barbilla. Al mirarla adivinó qué andaba mal.
-¿No has llegado jamás verdad?
Ella no volvió a contestar simplemente hablar de todo eso le causaba mucho problema. Pero sus ojos lo decían todo. Entonces se animó.
-No, no he llegado, pero disfruto enormemente con mi esposo. Y jamás tendría yo porque imaginarme a alguien más para sentirme complacida.
-Pero jamás has experimentado uno tu sola, ¿Te tocas?
-No, bueno, me toco, pero me aburro. A mí me encanta cuándo y cómo mi pareja me toca. Es que simplemente esos temas no son mi fuerte sabes.
Su amiga volteó con una sonrisa, sabía cómo se sentía ella, pues tres años atrás tampoco había experimentado algún orgasmo. Le tomó la cara con sus dos manos y le hizo mirarla a sus ojos.
-¿Amiga pero tú quieres llegar a un orgasmo algún día verdad?
-Pues, no lo sé, todo mundo habla maravillas de eso. Yo siento curiosidad, pero no sé, no es lo mío, no sé si me entiendas.
-Te entiendo más que a nadie y sé cómo podemos resolver tu problemita.
En ese instante le paso los datos de una sexóloga. Le advirtió que era un poco excéntrica. Que vivía en una especie de castillo y que le gustaba coleccionar todo tipo de máquinas de tortura. Le dijo que no se fijara en esas cosas, que simplemente se dejara guiar por la sexóloga siguiendo al pie de la letra sus consejos y que en menos de un par de meses le sacaría un orgasmo.
Detrás de la venda negra, se limitaba a sentir y en cierta forma agradecer, aquella conversación con sus amigas que la había traído a ese momento que estaba viviendo.
La sexóloga de un gran estuche sacó un consolador de tamaño medio, lleno de relieves, dispuestos para estimular cada rincón de la vagina y lo embonó en el tubo de la máquina.
-¡Déjeme ir, usted está loca! -Dijo ella.
-No, no, no. No te vas de aquí hasta que termines -Dijo la sexóloga mientras le volvía a introducir la máquina y la encendía.
Ella lanzó otro gemido fuerte de placer. La sexóloga volvió a chicotearla varias veces. Ella empezó a sentir por todo su cuerpo sensaciones que jamás había experimentado antes. La sexóloga aceleró la máquina y observó cómo las piernas de ella se ponían tensas, tensas, tensas. Entonces se acerco a su cara y le dio un par de bofetadas. Ella se sacudió y grito:
-¡Cabrona suéltame ya! -Pero por dentro deseaba eso, estaba experimentando un gran placer, estaba al borde y lo podía sentir. Entonces de pronto un fluido claro transparente fue expulsado con gran fuerza desde su vagina. La sexóloga percibió cómo varias partes del cuerpo sufrían todo tipo de espasmos y como expulsaba un enorme gemido de delectación, para luego relajar por completo su cuerpo.
-Ahí lo tienes. -dijo con voz orgullosa. -¡Pero esto no se acaba aquí!- -continuó -Ahora viene lo mejor. ¡Igor termínala! -ordenó con un gesto libidinoso.
De pronto, ella sintió la fuerza de un hombre que tomó sus piernas y un pene que se introdujo con violencia. Aquel hombre como un brutal animal comenzó con movimientos pélvicos salvajes, hasta que ella volvió a soltar un gemido. De pronto el hombre pareció cansarse y un chicotazo resonó por el cuarto.
-¡Termínala he ordenado! -sonaron varios latigazos más y el hombre continuó con toda su energía, parecía un gorila excitado. De pronto ella sintió otra vez sus piernas duras y un espasmo desde abajo recorrió todo su cuerpo, el hombre también llegó a su fin con un gran gruñido, abatido sobre de ella. Yacían los dos en el suelo, sin aliento. Ella no podía creer lo que había pasado, no paraba de pensar en su esposo y en la infidelidad que acababa de cometer. De pronto unas manos le quitaron la venda, rápidamente miró entres sus piernas a aquel hombre: era su marido.



SIÉNTETE BIEN



Era un día en que el viento soplaba gélido a través de las calles para tropezarse con mi casa y hacer todo tipo de ruidos fantasmales. A través de la ventana podía percibir como la luna llena tornaba las casas pálidas como si estuvieran sin vida. Sólo mis pasos se oían por la casa. Me paré frente a un cuadro e intenté platicarle sobre un sentimiento que me producía la sensación de un nudo en la garganta. Primero lo saludé y en el cuadro una cara espectral se formó para responder a mi saludo, le pregunté que cómo iba todo y me contestó que todo iba bien, después su cara se esfumó dejando una estela como la que deja el humo de un cigarrillo. Pregunté nuevamente si estaba ahí y no hubo respuesta, la estela fantasmal seguía ahí pero como un esfera de humo sin expresión alguna.  Intenté lo mismo con tres cuadros más, con algunos pude llegar al comienzo de mi historia, pero a los pocos segundos también se esfumaron como el primero. Mi nudo se hizo más grande, de pronto sentía un torniquete sobre mi corazón y caí a la cama con la respiración entrecortada. Con un gran esfuerzo logré arrastrarme hacia el teléfono, sabía que ella me escucharía. A los pocos minutos de llamarla estaría aquí para ayudarme, pensé.
Estábamos sentados en la mesa de la sala, yo le hablaba:
-Es increíble que hoy en día tengamos tanta tecnología para comunicarnos y no logremos hacerlo. Puedo comunicarme por la red con alguien al otro lado del mundo. Tengo cientos de contactos de toda mi vida que están allí en la red, los años pasan y ni un saludo, se vuelven espectros. Hasta yo me he vuelto un espectro para muchos otros. Es absurdo ver como en un mundo moderno donde podemos mandar mensajes a la velocidad de la luz esta cada vez más incomunicado.

–Lo sé amigo, –dijo ella con una voz suave y confortadora– por eso siempre estoy aquí disponible para ti para escucharte.
–Gracias por venir. Recuerdo que hace unos años estaba comunicándome a través de un chat con un amigo, todo iba muy bien, hasta que luego pasaron dos años y hasta la fecha no he vuelto a saber de él, siempre está desconectado. Así fue cómo llegué a tener más de mil amigos, pregúntame con cuántos entablaba una conversación que durará más de dos minutos, pregúntame con cuántos de verdad hubo algún intercambio valioso o afectuoso, pregúntame si la amistad se profundizó con alguno de ellos.
–Vamos amigo –habló ella– dime que te aqueja déjalo salir.
–Qué me aqueja, qué me aqueja, es buena pregunta– continué con un tono de voz más elevado– Lo qué me aqueja es un coraje profundo, de todas esas personas a mi alrededor. ¡No son más que una bola de ególatras! ¡Y yo también! ¡Me aqueja este sistema de mierda! Que nos separa, que no nos deja dedicarles a las personas el tiempo necesario para crear lazos. ¡Este pinche sistema! Que nos inserta todo tipo de miedos, que nos exprime con trabajos que absorben todo el tiempo y nos aleja de nuestros hijos y seres queridos, que nos inyecta enormes dosis de ego y nos hace arrogantes con cero de humanidad creyendo que podemos dominar a todos y al mundo. ¡Que sólo nos enseña a sembrar orgullo y rencores hacia los demás! ¡Este sistema es un putrefacto mierdero! En donde la marca es más importante que los lazos amistosos. En donde eres apreciado por la riqueza y no por tu persona. En donde nadie quiere reflexionar y ser parte del cambio… ¡Me frustra! ¡Grrrrrr…..! ¡En donde todo se está convirtiendo en mercancías¡
Con esas últimas palabras que se habían convertido ya en gritos, sentí como mis miembros se tensaron y me encogí de hombros para luego comenzar a soltar las primeras lágrimas. Vi como ella me miraba con una expresión de tristeza para luego levantarse de su lugar y consolarme entre sus brazos.
–Vamos, vamos, no digas eso. Sé qué es una gran ironía que vivamos en una ciudad con millones de habitantes y deberíamos tener más contacto con la gente y no es así. Que los embotellamientos agotan, que la mala planeación de las urbes, con sus consecuencias, nos roba tiempo. Y ni se diga de la burocracia y los miles de deberes cotidianos de una familia. Nos hacen sentir que nuestro tiempo se nos va como el agua entre las manos. Pero así es este mundo y este sistema, nada podemos hacer para cambiarlo  y ni te empeñes en hacerlo de nada sirve. Lo bueno es que existimos personas como yo educadas profesionalmente para reconfortar a todo tipo de personas, pero desgraciadamente ya se te terminó tu tiempo ¿Quieres abonar otra hora?
–Sí –contesté rápido– por favor quédate otra hora.

Del bolsillo saqué un billete. Me sentía definitivamente mucho mejor y entre sus brazos continué platicando todo tipo de cosas triviales hasta llegar a otra hora, volví a pagar y en toda esa noche tuve la necesaria compañía de mi amiga profesional, especialista en re- confortamiento de la empresa de servicios: “Siéntete bien”.

UN VIERNES DE LUJURIA

UN VIERNES DE LUJURIA

 
Aquí un el cuento que da nombre mi libro "Un viernes de lujuria" la versión completa la encontrarán en mi libro "Un viernes de lujuria".

Recién terminada la jornada de trabajo, se dirigía hacia su casa y pensó con euforia, al fin viernes. Miró el reloj de su auto que mostraba la fecha y hora del día: 06/04/2040 5:30 p.m. El tráfico estaba congestionado e iba a vuelta de rueda. El sol parecía estar huyendo de la ciudad, por eso era como si cientos de sombras salieran de sus escondites con gran desenfreno. Gente por aquí y por allá, parecía un gran hormiguero que se preparaba para algún suceso importante. Con su auto giró por la glorieta donde tres bien formadas y vestidas muchachas de alrededor de veinte años, le robaron la atención. Él sintió una sensación de lujuria que lo cubrió por completo, continuó conduciendo mientras pensaba en voz alta:
¡Vaya! ¡Niñas! Hacen que uno saque su instinto animal. Menos mal que ya hice mi reservación para sacar todo este instinto bestial que traigo.
Había pagado tres chicas impecables a un muy buen precio que había conseguido por ser cliente distinguido. Siempre reservaba con antelación pues los viernes se elevaba demasiado la demanda. Recorrió tres cuadras más, giró a la izquierda y luego a la derecha y llegó finalmente a la casa de esparcimiento. Fue recibido por una mujer de mediana edad que mostraba sin pudor cada uno de sus encantos y lo hizo pasar a una sala de estar diciéndole que pronto estarían listas sus encantadoras fieras sexuales, él sólo sonrió un poco, ansioso ya de tenerlas entre sus brazos y hacer muchas, muchas cosas. Mientras esperaba sonó su celular, era su esposa.
-Hola Cariño, ¿Dónde te encuentras?
-¿Cómo qué dónde me encuentro? Recuerda lo que hago todas las quincenas.
-¡Oh! Es cierto, se me pasó por completo, hoy te toca revolcarte con tus nenas, hay amor perdóname la vida. Disfrútalas al máximo hasta que quedes bien saciado, para que saques todo tu estrés y malas vibras. ¿Y qué tal están esta vez? 
-Pues,  espero que muy bien, mi vida, mi todo, mi cielo… ¡Te amo!...
- Ji, ji, ji,  ay amor tu siempre tan tierno.
-¿Y tú amor ya casi terminas por hoy?
-Sí querido, pero te acuerdas que te dije que ando buscando un ascenso y que mi jefe me había dicho que sería mío siempre y cuando me acostara con él. Yo le había contestado que no había problema que podíamos hacerlo allí mismo en la oficina si quería, pero él había preferido hacerlo en un lugar más intimo, así que hoy iremos a un motel de lujo ¡Estoy emocionada! Porque como te comenté, mi jefe es muy atlético, ¡Me encanta! Estoy segura que me dará la cantidad que le pido, o hasta más, una vez que lo haya dejado bien extasiado con las grandes habilidades que he desarrollado junto a ti.
- Déjalo sin aliento como me dejas a mí, hermosa. También estoy casi seguro que te darán más de lo que pides, o quizás vaya a querer más de ti y en tal caso lo haces prometerte un aumento, je, je.
-Ji, ji, ya veremos. Yo creo que me desocupo en un par de horas más y te veo en la casa para que cenemos rico y en familia.
-Cenar en familia, lo dudo mucho. Hace rato me habló Jesús y me dijo que estaría en una casa de citas y minutos después me llamó María y me dijo lo mismo, que había encontrado un par de hombres exóticos uno con acento irlandés y otro con acento portugués y cuerpo de griegos, ja, ja.
-Hay mi hija y sus gustos refinados, sigue el mismo ejemplo de su madre, de seguro irá a la casa de citas que está a un lado de nuestro gimnasio, donde a veces suelo ir yo también. Bueno entonces podremos escaparnos tú y yo a cenar algo rico ¿Qué te parece?
-Me parece una muy buena idea.
Y se quedó tranquilo, sabiendo que él y su familia pasarían un excelente viernes dónde darían rienda suelta a sus placeres carnales.
Al siguiente día mientras desayunaba, toda su familia se encontraba en la mesa. Veía como todos comían con bastante apetito para recuperarse del gran ejercicio del día anterior. Él mismo tenía un apetito voraz. Notó como todos se miraban a los ojos con la boca llena, cuando Jesús que terminaba de masticar una enchilada potosina por fin habló.
-Ayer leí de nuevo en el periódico que posiblemente van a prohibir la semana que viene las casas de citas. Que ya no habrá más regulación por parte de las autoridades. Al parecer el Cardenal Alberto Rivera y sus secuaces mojigatos del partido de la derecha han logrado juntar miles de firmas para impedir que la prostitución tenga, como cualquier otro trabajo digno, sus prestaciones sociales y prohibirán los prostíbulos que dejaran de ser un negocio oficial que paga impuestos y  fuente de empleos para miles de hombres y mujeres.
-Es terrible lo que dices – dijo la madre de familia con voz alarmada – No se dan cuenta de lo peligroso que es prohibir la naturaleza. Si a mí también me gusta acudir a esos lugares  y pagarme de vez en cuando un buen macho para que me haga estremecerme hasta el límite de mi deseo carnal o simple y llanamente satisfacer una que otra fantasía.
-No chingues – exclamó María asustada - ¿Qué quieres decir, que me quitaran a mis papacitos de cada quince días?
-Son sólo rumores hijo – habló él sereno -. No creo que lo hagan, el gobierno federal lo impedirá.
-Es una locura –habló Jesús con la frente fruncida por la frustración -. Si logran salirse con la suya lo único que generaran con todo eso es que la gente acuda a lugares clandestinos, con pésimas condiciones de higiene, sin garantía de que las sexo servidoras estén libres de todo tipo de enfermedades e infecciones. Con el riesgo de ser pillados y pagar mordidas a los policías para no ser penados. El negocio podría pasar a manos del crimen organizado como pasó otras veces en el pasado y las autoridades actuarían como cómplices pidiendo sus tajadas. ¡Es realmente alarmante!
-Así es – continuó él -. Volveríamos al oscurantismo que se vivía antes, donde el sexo era reprimido y explotado por grandes corporaciones para sus propios ...

VÍA EXPRESS

Aquel día de verano todo brillaba como si la vida misma fuera un astro con luz propia. Había logrado terminar sus estudios y lo mejor de todo es que tenía firmado un contrato para trabajar como ejecutivo en una empresa de tecnologías de la información. Fue válido el esfuerzo de pagar una de las universidades más caras y prestigiosas de la región. Había rendido frutos el trabajo duro y los sacrificios que hizo en esa universidad en las afueras de la ciudad donde vivió durante casi cinco años y que estaba a punto de abandonar. Como el contrato lo indicaba pasarían por él para su primer día de trabajo. Se asomó por la ventana del dormitorio en la universidad y distinguió una limosina de la cual bajó una persona con la vestimenta de un chofer quien tocó a la puerta del dormitorio.
-Sr. Vengo por usted para llevarlo a la empresa ¿Está listo? –dijo el chofer después de que él abriera la puerta.
-Sí, estoy listo, podemos irnos.
Ya en camino, notó que llegaban a lo que llamaban la famosa Vía Express y vio que el chofer sacaba una tarjeta que era leída por un sensor, inmediatamente se abrió el paso y entraron a una autopista que pasaba por encima de la ciudad. Observó lo elevada que era, tan elevada que las casas lucían como pequeños cuadros y las manzanas como cuadros más grandes. Calculó que los pilares que sostenían aquella autopista, se elevaban unos cien metros por encima de la ciudad. Luego distinguió varias bifurcaciones de la vía que salían hacia diferentes destinos. Iban a gran velocidad y solo se veían autos de lujo. De pronto a un costado suyo pasó una gran camioneta con una mujer joven llena de alhajas, una cara que parecía de porcelana y vestida muy a la moda. Le llamó la atención la limpieza de la ruta. Hacia adelante, la ciudad parecía no tener fin y en algunas partes vio unas nubes negras por debajo de la estructura que ocultaban la ciudad. Entraron en una curva muy inclinada que permitió ver la ciudad por debajo de la vía. El panorama le mostró colas enormes de autos que avanzaban a paso de tortuga. Entonces llegaron a la empresa cuya puerta de entrada conectaba directo con la vía. Cinco años después, se convirtió en un ejecutivo de primera clase con una familia de dos niños y una adorable esposa. Una gran dicha lo acompañaba cada vez que arribaba a la nueva residencia que había comprado para que su familia tuviera más espacio. Estaba dentro de un barrio privado con seguridad al entrar. Allí todo lucía en perfecto orden y olía muy bien. La gente era muy respetuosa y vestían como salidos de un mundo perfecto. Solo tenía que preocuparse por sacar adelante sus problemas laborales, lo demás venía en consecuencia. Se sentía exitoso. Sabía que algunas veces tenía que quedarse hasta tarde trabajando y que su vida casi pertenecía a la empresa, pero todo valía por el bienestar de su familia y su seguridad económica.
Tiempo después, en una charla que tuvo con un compañero, una noticia lo dejó nervioso. “Hay rumores de que toda nuestra área será cerrada.” Dijo su compañero. “¡Qué! Pero no entiendo, si no hemos parado de expandirnos y en todo el año ha habido números positivos.” dijo inquieto “Pero qué no has leído las noticias. Todas las bolsas del mundo están en picada. Nadie está comprando. Todo está estancado ahorita. Todo por la crisis hipotecaria de nuestros vecinos. Ha sido todo un efecto dominó y nos está pegando duro.”
Un mes después de esa plática encontró los resultados del fin de año en uno de sus e-mails. Noventa y siete por ciento menos de ventas. Sintió incertidumbre por todas partes, como si se tratara de un barco que estuviera a punto de hundirse. Ese mismo día por la tarde el jefe convocó a una junta y él se presentó junto con otros veinte ejecutivos. Lo escuchó ordenar “Tenemos un mes para recortar a todos los empleados.” Fue el mandato. Sintió un peso enorme sobre sí y una culpabilidad monumental, así como una enorme frustración por no poder manejar lo que pasaba.
Un mes después su jefe citó de nuevo a los veinte ejecutivos a una junta por la tarde y habló: “Tenemos treinta días para encontrar un puesto nuevo dentro de la empresa, de lo contrario seremos recortados. Nos entrevistarán en todas las áreas que no han tenido bajas y veremos si tenemos una oportunidad. A partir de mañana empezamos. Les deseo suerte.”
No pasaron ni dos días y escuchó al dueño de la empresa declarar la bancarrota. Después de la debacle, su reflejo inmediato fue buscar empleo en otras empresas. Preparó su curriculum y lo envió a cientos de compañías, tuvo decenas de entrevistas, pero todo era inútil, muchas de ellas también estaban recortando a cientos. Ahora tenía que competir con todos ellos por un puesto. Lo que más le preocupaba era cómo seguiría pagando la gran hipoteca contraída por la casa, la educación de sus hijos y todos los gastos familiares. Hizo cálculos y tenía dinero para apenas cuatro meses. En ese período tendría que encontrar un empleo.
Cuatro meses después, leyó en los periódicos que la crisis todavía no había tocado fondo. Hizo cuentas y ya estaba viviendo con el crédito de varias tarjetas de banco. Sus deudas se estaban profundizando.
Unos días después, su hijo acusó un profundo dolor de muelas. El niño le dijo que se había estado aguantando porque sabía de la situación a lo cual él respondió que el dolor no debe aguantarse. Al no tener más seguro de salud privado, el anterior había expirado con el empleo pasado, decidió llevarlo a una clínica pública. Salieron, pero al no poder pagar la Vía Express tuvo que dirigirse por las calles de la ciudad. Mientras iban por las calles, observaron casas sucias, basura por todas partes y el auto no paraba de tambalearse por tanto bache. Volteó a ver a su hijo quien llevaba una expresión de miedo por lo que veía. Los semáforos estaban todos chuecos y doblados. Pasó una hora y no habían avanzado ni cincuenta metros a causa del tráfico. Los dos se sentían sofocados y atrapados ante todo ese espectáculo caótico. Abrió la ventana para preguntar cuál era la mejor salida y sintió un terrible tufo a hollín que lo hizo toser varias veces. Una señora que se acercó para darles señas con una gran sonrisa mostró varios dientes faltantes, pero con gusto les ayudó. Nunca se imaginó semejante miseria. Por donde quiera se apreciaban grafitis en las paredes. No podía creer el enorme caos por el cual estaba atravesando. Notaron con estupefacción la cantidad de ruido que había en los negocios que ponían bocinas enormes con música popular para atraer más clientes. Vieron los ruidosos y viejos camiones públicos llenos de gente colgando de las puertas. Los dos se miraron con la cara pálida, llenos de horror ante aquel espectáculo. Bien escamados, continuaron a vuelta de rueda hasta que por fin llegaron a la clínica donde se encontraron con tres grandes colas a las cuales no se les veía fin. Preguntaron en qué parte podían ser atendidos y un policía gordo, con el uniforme sucio y los dientes amarillos les señaló la cola kilométrica que habían visto al llegar. Se miraron el uno al otro como no pudiendo creer lo que les estaba pasando. Se quedaron en la cola hasta el anochecer y finalmente llegaron ante la recepcionista que les preguntó: “¿Cuál es el problema?” “Mi hijo tiene una muela que le duele mucho”, respondió. La mujer lucía una ropa anticuada, anteojos enormes de color verde moho y con cara de déspota les entregó una ficha sin dirigirles la mirada. Él leyó la ficha y asombrado exclamó “¡En un año van a atender a mi hijo! ¡Esto es una urgencia! Mi hijo trae un dolor severo de muela. ¡Esto es una locura!” la mujer sólo dijo “Siguiente” En ese mismo momento el celular sonó y él contestó de inmediato. Estuvo unos minutos platicando y colgó. Volteó hacia su hijo con una gran sonrisa y un tono de voz relajado “Vámonos hijo, una nueva empresa me emplea a partir de la semana que viene. Iremos a una clínica dental particular para atenderte, todo saldrá bien” y le guiñó el ojo.



EL PUEBLO MOSQUEADO

Aquel hombre tenía una casa en las afueras de un pueblo de cerca de mil habitantes. Se había instalado hacía apenas un año. Era una casa pequeña pero con un gran terreno.  Los pocos vecinos que tenía eran vulcanizadoras, moteles y algunas casas sin terminar de construir. En un pueblo donde el pasatiempo principal son los menesteres de otros, aquel hombre se convirtió en un misterio. Profundizó el enigma, el hecho de que con las pocas personas que hablaba, jamás mencionaba su ocupación. Lo habían visto solo tres veces en el año, en la pequeña biblioteca municipal. Jamás se le vio en el mercado, ni en el tianguis de los sábados, ni siquiera salía a comprar cosas a las tienditas del centro. “Yo le he visto afuerita de su casa sentao en su terracita en una mesita que tiene, con una computadora portátil, se queda ahí ajuerita un par de horas y vuelve a entrar” dijo una vecina. No había día que en el mercado, en el tianguis, en el centro, en las fiestas o en la iglesia que no se rumorara algo sobre él. “Posiblemente es un narco” decían unos “Pero no se viste como uno de ellos” contestaba otro “Pero no todos los narcos son iguales, yo he escuchado que unos son muy educados” conjeturó otro y así se tejieron miles de teorías sobre él.
Después de dos años del mismo hermetismo, el pueblo fue testigo de cómo la casa de aquel hombre aumentó cinco veces su tamaño, de cómo construyó una barda alrededor de su terreno y de cómo llegaron todo tipo de muebles exóticos. Los vecinos sedientos de curiosidad mandaron a sus niños para que espiaran a aquel hombre. “Hay una alberca enorme” dijeron los niños al mismo tiempo “hay palmeras por todas partes y su casa es enorme, enorme, enorme” dijo otro niño mayor y continuó “Hay mucha gente ahí trabajando, pero el sólo está sentado en su mesita escribiendo” “Sí, sí también hemos visto que llegan muchos extranjeros y siempre le piden que firme algunos libros que sacan de sus autos, se quedan un rato y se van” dijo el mayor de los chiquillos “Pero también algunos de esos extranjeros le dejan regalos y se toman fotos con él” agregó el menor.
Los rumores comenzaron a ser un escándalo, la gente pensaba lo peor. Un día en la plaza del pueblo se congregó una muchedumbre. “¡Es un narco, de seguro!” decían “Tenemos que denunciarlo como dicen en la tele y bueno pues ¿Qué el alcalde no está al tanto?” dijo un señor con muchas canas “El alcalde dice que paga sus impuestos y todos sus servicios, que no hay nada mal con él” dijo una señora y continuó “También dice que el señor pide discreción con su ocupación” “¡Discreción!” continuó el señor de las canas alterado “!Nuestro alcalde está comprado¡ ¡Eso es lo que pasa! No han oído lo mal que está el país, toda la violencia que hay. Tenemos que hacer algo si no terminaremos secuestrados como muchos otros pueblos del norte que ahora no son más que pueblos fantasmas” “Hay que notificar a la policía” dijo una mujer joven “¡La policía no! De seguro también está comprada, estas personas tienen dinero para comprar a medio mundo, corrompen todo lo que hay a su paso. Tenemos que acabar con él antes de que nos secuestre y acabe con nuestro bienestar. Ahorita sólo lo vemos a él, pero ¿Quién dice que en unos días no lleguen sus matones y empiecen a manchar de sangre el pueblo?” continuó el señor de las canas quien logró ganarse el apoyo de cientos de personas decididas a hacer algo para evitar cualquier infortunio.  Ese mismo día más tarde juntaron todo tipo de cosas que les pudieran servir como armas, entre ellas palos, cuchillos, hachas, machetes, pica hielos, martillos y hasta una hoz. Por la noche la muchedumbre se congregó con decenas de autos a la entrada de la casa del hombre. Todos se quedaron en sus autos. Sólo el señor de las canas bajó y tocó el timbre que estaba sobre la gran pared de entrada. Después de unos minutos el hombre abrió la puerta. La gente desde sus autos vio cómo el señor de las canas le apuntaba con una pequeña pistola y le ordenaba salir.  Hombres y mujeres bajaron de sus autos con todo lo que habían recolectado como armas. Vieron lo pálido que se había puesto aquel hombre. Una señora gritó “¡Sucio narco!” otra gritó “¡Muera cochino narco!” luego todos decían “¡Qué muera!”. Entonces se oyó tímidamente la voz de aquel hombre: “Pero yo no soy un narco, soy escritor, se los puedo demostrar”  metió las manos a sus bolsillos de donde quiso sacar su cartera, pero con el nerviosismo, sólo logró sacar una bolsa llena de mariguana. “No, no, Les juro que yo no trafico con esto, sólo la uso para inspirarme” dijo espantado. Aquel hombre continuó esculcando sus bolsillos para sacar su cartera y mientras la abría quiso decir algo más pero una pedrada en la cabeza le hizo perder el conocimiento. El señor de las canas tomó la cartera y la bolsa de mariguana mostrando las dos cosas a la multitud cada vez más atizada y dijo “Lo de la cartera se puede falsificar, pero esta bolsita de droga todos sabemos que es ¡Qué no nos quiera ver la cara! ¡Es un sucio narco!”. Una mujer de la aglomeración sacó una soga mientras la gente enardecida le tiraba más piedras y le pateaban. La mujer entregó la cuerda a uno de los hombres quien la paso por el tronco de un árbol cercano a la casa. Otros tres arrastraron al hombre y le pasaron la cuerda por el cuello. Entre cuatro hombres jalaron la cuerda hasta levantar el cuerpo. Todos gritaban “Muérete sucio narco” Aquel hombre recobró la conciencia, se tomó el cuello con desesperación, se le salieron los ojos, dio varias patadas y entonces su lengua se estiró grande y su cuerpo quedó flácido, cesaron los movimientos. La multitud guardó silencio y regresaron a sus autos para marcharse.
Un día después, unos extranjeros descubrieron el cuerpo colgado. Los extranjeros escribieron en varios sitios sociales de Internet que el escritor novelista Juan Gómez Tello había muerto y subieron las fotos. En las noticias locales sólo se informó que seguramente había sido un ajuste de cuentas y no se procedió a investigar nada. Mientras tanto del otro lado del océano en Francia miles de personas realizaban marchas lamentando la muerte de aquel hombre.
Una noche, en un canal de televisión local, después de las telenovelas una noticia dejaría perplejos a la gente de aquel pueblo  “El hombre que fue ejecutado días atrás era un escritor mexicano famoso en países Francófonos, casi desconocido en México”. El canal pasó una entrevista que años atrás le había realizado un canal cultural que no llegaba hasta ese pueblo “¿Y entonces dice usted que encontró admiradores de sus historias en los países francófonos y que ninguna editorial mexicana le abrió las puertas?”, preguntaba el periodista. “Correcto, yo escribí mis novelas en español y toqué las puertas de muchas editoriales mexicanas y no hubo respuesta, después en broma le dije a una amiga ecuatoriana que domina el francés que debería traducir mis historias a esa lengua y buscar editores en Francia. Entonces ella me dijo, déjamelo a mí  yo te las traduzco además tengo una amiga que es editora. Mi amiga tradujo en un par de meses mis novelas, se las pasó a su conocida editora quien quedó asombrada, de inmediato me imprimieron un par de libros y en menos de un año había vendido nueve mil quinientas copias y mis obras no paraban de venderse. Después me pidieron más, pero yo necesitaba un lugar más tranquilo que la ciudad, un lugar donde pudiera concentrarme mejor, con aire puro, busqué la musa de la tranquilidad y fue entonces que decidí irme a un pueblo pequeño…” Ante tal noticia, en el pueblo reinó el silencio, y muchos se miraron el uno al otro con ojos grandes, sin decir una palabra.




ROGER

Roger trataba de recordar qué lo había inspirado a estudiar ingeniería en computación y terminar en un ambiente con muy pocas mujeres a su alrededor. Era frustrante llegar al trabajo y ver cómo las únicas mujeres guapas eran acosadas por decenas de ingenieros dejándolo al margen de cualquier posibilidad. Al llegar a su trabajo se vio reflejado en un espejo junto a otros compañeros y notó su baja estatura. Era consciente de que esa era su principal desventaja, pues feo no era, sin embargo, la baja estatura, en un país como el suyo EE.UU, donde la mayoría de las mujeres son altas, no ayudaba.
Al rato, cuando se dirigía a comprar un café un suceso le disparó una idea. Vio a una muchacha que desde luego no tenía el perfil de una mujer de su país. Era una mujer latina muy esbelta y para gran alegría suya, de poca estatura. Y aunque las latinas en general prefieren a los hombres altos, a partir de aquel momento Roger empezó a interesarse por el resto del continente al sur de su país e inició unos cursos de español.
Unos días después recibió un e-mail con una invitación para exponer sus trabajos en la ciudad de Guadalajara en México. Jamás había oído hablar de esa ciudad, pero era la perfecta oportunidad para Roger de encontrar mujeres de baja estatura, por lo que no dudó en aceptar. Al llegar a Guadalajara, como él lo había augurado halló cientos de mujeres de baja estatura por todos lados. Al presentar su trabajo vislumbró pocas mujeres pues seguía siendo un ambiente de ingenieros, pero varias de las que visualizó eran atractivas, bajitas y muchas mostraban señales de interés por él. Estaba asombrado al ver la gran belleza de las mujeres de esa región. Logró conocer algunas de ellas pero no concretó ningún acercamiento íntimo. Cuando Roger regresó a su país mantuvo esa relación de amistad con ellas y con un ingeniero que lo había recibido durante su estancia. Casi todas las conversaciones sucedían por el chat interno de la compañía. Solía platicar con Miguel, el ingeniero que lo había recibido. Compartían sus percepciones sobre las mujeres que había visto. Roger le hizo saber de sus frustraciones con el sexo femenino y al escuchar a Miguel se dio cuenta que él no era el único con infortunios, por eso compartió con él la clara ventaja que Roger veía con respecto a las mujeres latinas.
-De verdad Miguel – escribía Roger por el chat con un español que día a día iba mejorando – nunca yo haber visto más ojos sobre mí que en tu país que he visitado. Además las mujeres latinas son hermosas.
-¿Y qué hay de las asiáticas? – preguntó Miguel
-No, preferir yo latinas. Las latinas muy sensuales y asombrosas cuando bailar – Roger le pasó por el chat unas ligas de unos videos de youtube.com de mujeres bailando todo tipo de ritmos latinos- Yo contarte, un día haberme inscrito en un sitio especializado en buscar pareja por aquí en la región donde yo vivo. Dos meses y nada. Entonces yo haberme sumergido en el mundo latino, yo haber decidido explorar un sitio latino para encuentros. En los siguientes días no parar de recibir notas de cientos de mujeres que querer conocerme.
-No me sorprende – leyó Roger la contestación de Miguel por el chat- En América latina hay mucha miseria y muchas mujeres encuentran la esperanza de salir de ella consiguiendo una pareja que las pueda llevar a un país del primer mundo. ¿Tú buscas algo serio?
-Claro que no, yo sólo querer divertirme lo más que pueda. Yo no podría estar con una sola pareja. Yo querer muchas aventuras y quizás llegar el día en que no necesitar más de eso, entonces tal vez yo establecerme.
-¿Y por qué no pagas unas prostitutas? Debe haber muy guapas por allá en donde vives, ¿no? –escribió Miguel.
-Las prostitutas aquí ser muy caras. – Roger comparó precios con Miguel. Para su sorpresa los precios en Guadalajara no eran tan bajos pero Roger conocía un lugar más barato que Guadalajara. Y en otro mensaje escribió:
- Pero ¿Cómo es que en Tijuana ser siete veces más barato que en tu ciudad?
-¿Has ido a Tijuana? –le contestó Miguel.
-No, aún no, pero haberme hablado mucho algunos compañeros. Ellos dicen que por veinticinco dólares o menos puedo con una prostituta hermosa.
-Claro, como la canción “Welcome to Tijuana, Tequila sexo y marihuana” No es más que la ley de la oferta y la demanda, hay muchos extranjeros como tú que vienen a México a hacer lo que no pueden en su país. Entre esas cosas esta tener relaciones sexuales con prostitutas a menores precios. –decía el mensaje de Miguel.
-¿Pero por qué crees que ser tan barato? –Preguntó Roger con un aire de ingenuidad.
-Te lo estoy diciendo, imagínate que hay miles como tú, en busca de diversión, no de una relación seria y todas sus ataduras. Figúrate un país como el nuestro con un estado débil que no puede regular grupos criminales que hacen trata de mujeres. Si a eso le sumas el valor de la moneda inferior al tuyo ¿Qué resulta de todo eso? –Leyó Roger asombrado el análisis de Miguel.
-Pero si tú estar en mi lugar y tener precios siete veces menos a unos cuantos kilómetros, con mujeres extremadamente hermosas. ¿Qué harías? – Lanzó la pregunta Roger.
-No lo sé, pero te has preguntado ¿De dónde salen todas esas mujeres a precios irrisorios? – Vio Roger aparecer la respuesta de Miguel en la pantalla de su ordenador.
Dos semanas después, a pesar de las reflexiones de su amigo mexicano, Roger iba camino a Tijuana con varios de sus amigos. Como le habían platicado, en las calles había una enorme cantidad de hermosas prostitutas que ni en sueños se hubiera imaginado y por una nada. En esos días aprovechó para cumplir varias de sus fantasías, al igual que sus amigos. Cuando regresaban sobreexcitados compartían sus experiencias.
Al día siguiente, Roger le contó con gran emoción su experiencia única, a su amigo Miguel.
-¡Para ya! – Contestó Miguel - Este fin de semana pasado desapareció mi hermana menor de catorce años. Se cree que fue robada por un grupo de tratantes de blancas. No es la primera que desaparece por esta zona. ¡Déjame en paz!
Fue la última vez que Roger tuvo comunicación con Miguel.








DIOS Y RANJIV

Aquel día después del accidente, cuando Ranjiv llegó al cielo, un ángel femenino muy sensual le recibió y le condujo a una sala que estaba entre las nubes. Allí después de unos minutos se presentó San Pedro y le dijo que había recibido su solicitud. Ranjiv no recordaba muy bien haberla enviado y entonces San Pedro comenzó a leer lo que más bien parecía una plegaria. “Has dicho esto justo antes de morir”, dijo San Pedro y leyó “Dios mío sálvame y prometo estar en tu equipo para salvar a la humanidad de sus pecados” y San Pedro continuó “Al haber dicho esas palabras automáticamente se formó tu currículum, además puedo leer que fuiste una persona muy inteligente que resolvía cientos de problemas complejos por semana”. Ranjiv se encontraba algo perturbado al escuchar todo eso. No lograba asimilar lo que estaba pasando y con esfuerzo intentaba recordar lo que le había sucedido antes de llegar a aquel lugar, pero San Pedro seguía hablando: “Bienvenido seas Ranjiv, debido a tus grandes cualidades intelectuales formarás parte del proyecto “Salva-Tierra” junto con otros tres compañeros y tu misión será salvar el planeta tierra de la depredación de los seres humanos” Ranjiv le preguntó a San Pedro si había otras opciones y recibió una respuesta negativa. Pero como desde su infancia estaba acostumbrado a resolver problemas de toda índole, le pareció que no tendría ningún inconveniente para adaptarse a su nueva vida espiritual. 
Tiempo después, San Pedro presentaba Ranjiv a sus compañeros en la sala Supernova “Ranjiv te presento a San Zhuo, ella está encargada de Europa”. Todos estaban sentados y Ranjiv parado les iba saludando a medida que San Pedro continuaba presentándolos. “Te presento a San Dimitriv que está encargado de Asia, San Masaki encargado de África, yo estaré como líder del proyecto y tu estarás encargado de América”. Una vez presentados, todos los presentes le dijeron “Bienvenido San Ranjiv”. Ranjiv emocionado preguntó “¿Entonces somos cinco?” “¡No!” contestó San Pedro “Somos seis, Dios también es parte del equipo, nos guía por el buen camino, cada idea que producimos se consulta con Él antes de llevarla a ejecución. Debes saber que Dios fue quien creó la Tierra y sus habitantes, por lo tanto, Él conoce a fondo su diseño, más que ninguno de nosotros. Es el miembro del equipo que más tiempo lleva en el proyecto”. Para Ranjiv fue emocionante pensar que participaría en un proyecto con Dios, de pronto se sentía casi realizado.
Durante varios meses, en su cubículo en la sala de las constelaciones trabajó con sus compañeros de los diferentes continentes. Debatió con ellos todo tipo de problemas. Notó el profesionalismo de sus colegas en todos los aspectos, colaboración, enfoque en la resolución de problemas, mentes abiertas, soporte, etc. Simplemente sentía que estaban cumpliendo un excelente trabajo en equipo,  labor muy necesaria porque casi todos los problemas humanos eran ya globales y no se podía sólo pensar en dar soluciones a un continente por separado. Ranjiv hasta llegó a pensar que había una excelente química y que todo iba a salir mejor de lo que se imaginaba. Cuando terminaron el proyecto dijo: “Bueno, entonces sólo queda mostrarle nuestra idea a Dios, porque a San Pedro le pareció excelente y a nosotros también” dijo Ranjiv quien notó que sus compañeros cambiaron la cara de entusiasmo por una cara de espanto. “¿Todo bien?” preguntó Ranjiv “¿Dije algo malo?” nadie contestó nada. Ranjiv algo desconcertado no hizo caso a esa reacción debido a su gran exaltación por la idea que se acababa de engendrar y rápidamente se la envió a Dios para su revisión.
No pasaron ni cinco minutos cuando una voz burlona sonó por toda la sala “Ja, Ja , Ja, Ja Ranjiv, he leído la idea que formulaste con tu equipo y no para de causarme risa ja, ja, ja, qué iluso eres ja, ja ja, ¡Bienvenido! Pero tienes que esforzarte ¡Mucho, mucho, mucho más!” Sus compañeros le mencionaron a Ranjiv que esa era la voz de Dios. “Pero si nuestra idea es simplemente genial” pensó Ranjiv y se sintió humillado por la burla de Dios quien se suponía era una divinidad y no debería causar ningún mal. Ranjiv se sentía afligido desmoralizado ante la insensible respuesta de Dios anunciada frente a todo el público del cielo. “Quiero ver a Dios en persona” dijo Ranjiv “Eso no es posible” le contestó San Pedro “aquí nadie lo ha visto”, agregó. “Pero lo que acaba de hacer Dios es denigrarnos, humillarnos, ni si quiera nos ha dado una buena crítica, ni una sugerencia, eso es falta de profesionalismo, ¿Cuántas ideas han implementado desde que empezó Dios el proyecto?” preguntó Ranjiv. “Desde que yo llegué aquí al cielo no han realizado ninguna, seguimos buscando gente como tú, con las ideas más brillantes, pero cada vez que se le presenta un proyecto bien definido pasa lo mismo y eso que tenemos ya más de dos millones de equipos como éste. Tenemos la esperanza de que algún día llegue alguien con esa idea brillante que satisfaga a Dios”.
Años después Ranjiv seguía esforzándose y comenzó a investigar todos los proyectos del cielo para ver si alguien más había logrado  implementar alguna idea tan grandiosa como la suya. No encontró a nadie. Sentía que todo esto del cielo era un fraude montado para satisfacer la perversidad de Dios en humillar gente. Pero Ranjiv se dijo a sí mismo “Esto tiene que cambiar, o la tierra desaparecerá y la tierra es como mi madre. A ella le debo lo que soy”
Inmediatamente se reunió con sus colegas y empezó a decir, “No tenemos porque pasar por la opinión de Dios para llevar a cabo una idea, no porque él haya diseñado y creado la tierra nos tiene que limitar. Todas las ideas hasta hoy rechazadas e incluyendo la nuestra son excelentes, están llenas de buenas intenciones y son nobles. Así que quiero que cada uno de ustedes lleve a todos los encargados de los proyectos del cielo la propuesta de pasar por alto a Dios”. Cada uno de sus colegas vendió  propuesta por todo el cielo de que no tenían que pasar ya más por Dios, de que Dios se había vuelto un estorbo, de que todas las ideas que se habían generado durante miles de millones de años eran buenas. Compilaron todos los proyectos que jamás habían salido a flote.  Ranjiv no paraba de maravillarse, todas las propuestas que iba leyendo eran admirables. “Ya es tiempo de cambiar el destino fatal de la Tierra” pensó con firmeza y se dispuso a implementar su nuevo proyecto de ignorar a Dios para entre todos tomar las riendas del destino de la madre tierra.
Pasaron cerca de diez años y la idea de no pasar más por la supervisión de Dios se había propagado por todo el cielo con gran aceptación. Todo el cielo estaba determinado a saltearse a Dios sin importar el precio de las consecuencias. Ya estaban cansados de sólo recibir humillaciones por parte de Dios quien no aprobaba ningún proyecto y tenía todo estancado; además de preocupados por ver cómo la Madre Tierra iba de mal en peor en manos de los seres humanos. Rápidamente se organizaron y entre todos seleccionaron por votación las diez mejores ideas, las revisaron y aprobaron para su producción. Fueron ejecutadas a lo largo y ancho de los continentes. La aplicación fue todo un éxito.
Cien años después la humanidad había cambiado por completo, era respetuosa con su entorno, tenían un alto grado de conciencia sobre la responsabilidad de sus actos, no eran burdamente egoístas y pararon la depredación de los recursos. La tierra comenzaba a parecerse al paraíso. Eso demostró que había muy buenas ideas y que Dios sólo se estaba mofando perversamente de la capacidad de todos. Desde el cielo Ranjiv observaba contento el éxito de las mejores ideas aplicadas cuando la voz de Dios se escuchó por todas partes “ja, ja, ja ¡Muy bien Ranjiv por fin diste con la idea! Creer en ustedes mismos, estar convencidos de que sus ideas son buenas sin permitir que nadie, ni Dios, les reprima sus buenas intenciones. Y por supuesto obtuvieron mi aprobación porque de lo contrario, nada habría cambiado en vuestra madre Tierra”.