DIOS Y RANJIV

Aquel día después del accidente, cuando Ranjiv llegó al cielo, un ángel femenino muy sensual le recibió y le condujo a una sala que estaba entre las nubes. Allí después de unos minutos se presentó San Pedro y le dijo que había recibido su solicitud. Ranjiv no recordaba muy bien haberla enviado y entonces San Pedro comenzó a leer lo que más bien parecía una plegaria. “Has dicho esto justo antes de morir”, dijo San Pedro y leyó “Dios mío sálvame y prometo estar en tu equipo para salvar a la humanidad de sus pecados” y San Pedro continuó “Al haber dicho esas palabras automáticamente se formó tu currículum, además puedo leer que fuiste una persona muy inteligente que resolvía cientos de problemas complejos por semana”. Ranjiv se encontraba algo perturbado al escuchar todo eso. No lograba asimilar lo que estaba pasando y con esfuerzo intentaba recordar lo que le había sucedido antes de llegar a aquel lugar, pero San Pedro seguía hablando: “Bienvenido seas Ranjiv, debido a tus grandes cualidades intelectuales formarás parte del proyecto “Salva-Tierra” junto con otros tres compañeros y tu misión será salvar el planeta tierra de la depredación de los seres humanos” Ranjiv le preguntó a San Pedro si había otras opciones y recibió una respuesta negativa. Pero como desde su infancia estaba acostumbrado a resolver problemas de toda índole, le pareció que no tendría ningún inconveniente para adaptarse a su nueva vida espiritual. 
Tiempo después, San Pedro presentaba Ranjiv a sus compañeros en la sala Supernova “Ranjiv te presento a San Zhuo, ella está encargada de Europa”. Todos estaban sentados y Ranjiv parado les iba saludando a medida que San Pedro continuaba presentándolos. “Te presento a San Dimitriv que está encargado de Asia, San Masaki encargado de África, yo estaré como líder del proyecto y tu estarás encargado de América”. Una vez presentados, todos los presentes le dijeron “Bienvenido San Ranjiv”. Ranjiv emocionado preguntó “¿Entonces somos cinco?” “¡No!” contestó San Pedro “Somos seis, Dios también es parte del equipo, nos guía por el buen camino, cada idea que producimos se consulta con Él antes de llevarla a ejecución. Debes saber que Dios fue quien creó la Tierra y sus habitantes, por lo tanto, Él conoce a fondo su diseño, más que ninguno de nosotros. Es el miembro del equipo que más tiempo lleva en el proyecto”. Para Ranjiv fue emocionante pensar que participaría en un proyecto con Dios, de pronto se sentía casi realizado.
Durante varios meses, en su cubículo en la sala de las constelaciones trabajó con sus compañeros de los diferentes continentes. Debatió con ellos todo tipo de problemas. Notó el profesionalismo de sus colegas en todos los aspectos, colaboración, enfoque en la resolución de problemas, mentes abiertas, soporte, etc. Simplemente sentía que estaban cumpliendo un excelente trabajo en equipo,  labor muy necesaria porque casi todos los problemas humanos eran ya globales y no se podía sólo pensar en dar soluciones a un continente por separado. Ranjiv hasta llegó a pensar que había una excelente química y que todo iba a salir mejor de lo que se imaginaba. Cuando terminaron el proyecto dijo: “Bueno, entonces sólo queda mostrarle nuestra idea a Dios, porque a San Pedro le pareció excelente y a nosotros también” dijo Ranjiv quien notó que sus compañeros cambiaron la cara de entusiasmo por una cara de espanto. “¿Todo bien?” preguntó Ranjiv “¿Dije algo malo?” nadie contestó nada. Ranjiv algo desconcertado no hizo caso a esa reacción debido a su gran exaltación por la idea que se acababa de engendrar y rápidamente se la envió a Dios para su revisión.
No pasaron ni cinco minutos cuando una voz burlona sonó por toda la sala “Ja, Ja , Ja, Ja Ranjiv, he leído la idea que formulaste con tu equipo y no para de causarme risa ja, ja, ja, qué iluso eres ja, ja ja, ¡Bienvenido! Pero tienes que esforzarte ¡Mucho, mucho, mucho más!” Sus compañeros le mencionaron a Ranjiv que esa era la voz de Dios. “Pero si nuestra idea es simplemente genial” pensó Ranjiv y se sintió humillado por la burla de Dios quien se suponía era una divinidad y no debería causar ningún mal. Ranjiv se sentía afligido desmoralizado ante la insensible respuesta de Dios anunciada frente a todo el público del cielo. “Quiero ver a Dios en persona” dijo Ranjiv “Eso no es posible” le contestó San Pedro “aquí nadie lo ha visto”, agregó. “Pero lo que acaba de hacer Dios es denigrarnos, humillarnos, ni si quiera nos ha dado una buena crítica, ni una sugerencia, eso es falta de profesionalismo, ¿Cuántas ideas han implementado desde que empezó Dios el proyecto?” preguntó Ranjiv. “Desde que yo llegué aquí al cielo no han realizado ninguna, seguimos buscando gente como tú, con las ideas más brillantes, pero cada vez que se le presenta un proyecto bien definido pasa lo mismo y eso que tenemos ya más de dos millones de equipos como éste. Tenemos la esperanza de que algún día llegue alguien con esa idea brillante que satisfaga a Dios”.
Años después Ranjiv seguía esforzándose y comenzó a investigar todos los proyectos del cielo para ver si alguien más había logrado  implementar alguna idea tan grandiosa como la suya. No encontró a nadie. Sentía que todo esto del cielo era un fraude montado para satisfacer la perversidad de Dios en humillar gente. Pero Ranjiv se dijo a sí mismo “Esto tiene que cambiar, o la tierra desaparecerá y la tierra es como mi madre. A ella le debo lo que soy”
Inmediatamente se reunió con sus colegas y empezó a decir, “No tenemos porque pasar por la opinión de Dios para llevar a cabo una idea, no porque él haya diseñado y creado la tierra nos tiene que limitar. Todas las ideas hasta hoy rechazadas e incluyendo la nuestra son excelentes, están llenas de buenas intenciones y son nobles. Así que quiero que cada uno de ustedes lleve a todos los encargados de los proyectos del cielo la propuesta de pasar por alto a Dios”. Cada uno de sus colegas vendió  propuesta por todo el cielo de que no tenían que pasar ya más por Dios, de que Dios se había vuelto un estorbo, de que todas las ideas que se habían generado durante miles de millones de años eran buenas. Compilaron todos los proyectos que jamás habían salido a flote.  Ranjiv no paraba de maravillarse, todas las propuestas que iba leyendo eran admirables. “Ya es tiempo de cambiar el destino fatal de la Tierra” pensó con firmeza y se dispuso a implementar su nuevo proyecto de ignorar a Dios para entre todos tomar las riendas del destino de la madre tierra.
Pasaron cerca de diez años y la idea de no pasar más por la supervisión de Dios se había propagado por todo el cielo con gran aceptación. Todo el cielo estaba determinado a saltearse a Dios sin importar el precio de las consecuencias. Ya estaban cansados de sólo recibir humillaciones por parte de Dios quien no aprobaba ningún proyecto y tenía todo estancado; además de preocupados por ver cómo la Madre Tierra iba de mal en peor en manos de los seres humanos. Rápidamente se organizaron y entre todos seleccionaron por votación las diez mejores ideas, las revisaron y aprobaron para su producción. Fueron ejecutadas a lo largo y ancho de los continentes. La aplicación fue todo un éxito.
Cien años después la humanidad había cambiado por completo, era respetuosa con su entorno, tenían un alto grado de conciencia sobre la responsabilidad de sus actos, no eran burdamente egoístas y pararon la depredación de los recursos. La tierra comenzaba a parecerse al paraíso. Eso demostró que había muy buenas ideas y que Dios sólo se estaba mofando perversamente de la capacidad de todos. Desde el cielo Ranjiv observaba contento el éxito de las mejores ideas aplicadas cuando la voz de Dios se escuchó por todas partes “ja, ja, ja ¡Muy bien Ranjiv por fin diste con la idea! Creer en ustedes mismos, estar convencidos de que sus ideas son buenas sin permitir que nadie, ni Dios, les reprima sus buenas intenciones. Y por supuesto obtuvieron mi aprobación porque de lo contrario, nada habría cambiado en vuestra madre Tierra”.







UN CAMBIO SIN VIOLENCIA

Aquel sábado por la noche, en su casa entró en la tercera página electrónica. La noticia de la página decía: “El gobierno inaugura una biblioteca pública en los suburbios de la ciudad.” Para él era una muy buena noticia. Comenzó a enviar peticiones, una tras otra. Lo he logrado, se dijo sonriendo con satisfacción.
 Diez años atrás, en una mañana de sábado invernal,  se disponía a visitar a su padre. Cerró su humilde casa que había comprado con un crédito del gobierno. Desde su popular vecindario, divisó en el horizonte una espesa capa gris sobre la ciudad, una capa que parecía estática como una nave traslúcida, la contaminación ambiental terminaría por destruirlo todo. Prendió su auto, pasó por la avenida de costumbre. Tráfico, polvo, baches, bollas y conductores que parecía que si no llegaban a su destino perderían su vida o la de algún ser querido y que no dudaban en hacerle señas con las luces o pitarle como locos.  Notaba que esa gente parecía vivir en sus propias burbujas y lo demás sólo era un estorbo. Se paró en un semáforo frente a un puesto de revistas, miró la primera plana de uno de los periódicos, decía “Mujer colgada frente a un hospital”. El semáforo cambio a verde, avanzó unas cuadras, dio vuelta y llegó a la casa de su padre, en una calle que parecía haber sufrido un mini bombardeo.  Tocó a la puerta y su padre lo recibió:
-Pasa hijo.
-¿Cómo estás? -   preguntó con seriedad.
- Estoy mejor
Notó que su padre presentaba un tic nervioso en sus manos.
-Siento que hayas perdido tu camioneta por segunda vez – dijo al sentarse en el sofá de una casa con muy pocos muebles, sin decoración.
-Descuida hijo. Benditos seguros. Pronto seré reembolsado, pero no cometeré el error de comprar otra camioneta. Las cosas van de mal en peor. Las noticias no paran de hablar de decapitados, mutilados, colgados, robos, secuestros y balaceras por todo el país.
Escuchaba a su papá como si estuviera alegrándose de su buena suerte al no haber muerto en el incidente
– Esta vez compraré el auto de más bajo perfil en el mercado. Se acabaron los lujos.  Entre menos ostentoso sea uno, mejor. Siento que te hayan tocado para vivir tiempos como estos, hijo.
-Padre – habló con un tono lleno de seriedad  y preguntó -¿Tú crees que si los periódicos no anunciaran ejecuciones o mutilaciones, el crimen organizado seguiría haciendo estas acciones?
-No lo sé hijo, es buena pregunta – su padre se quedó unos segundos abstraído – Las atrocidades que hacen estos grupos son para amedrentar a sus adversarios. Y hoy que el periodismo está a merced de un capitalismo casi descontrolado, se potencian fenómenos así.
-Lo sé –continuó bien inmerso en la plática - los periódicos actuales ya no publican lo que el gobierno les impone como en el pasado. Ahora publican lo que la gente lee más, casos de: decapitados, colgados, secuestrados, balaceras, etc. Los periódicos hasta cuentan ya con secciones especiales para esta guerra inútil. Pero parece ser un negocio para los medios de comunicación. De pronto todos los medios públicos muestran todo tipo de fotos sin censura, fotos que antes formaban sólo parte de los medios sensacionalistas. La información se está volviendo amarrilla y es porque la gente la disfruta.
- Así es hijo –su padre también estaba interesado por la plática- un filósofo francés decía que el hombre es sádico por naturaleza y disfruta viendo las crueldades de sus semejantes. Es una especie de instinto animal.
-Pero, ¿Qué pasaría si todo el mundo ignorara esas notas escandalosas y en cambio leyera algo más constructivo, digamos algo más educativo de manera positiva? – preguntó como tratando de reafirmar una respuesta que ya había encontrado.
-Definitivamente cambiaría el mundo hijo, estoy seguro. Y cambiaría hacia algo mejor.
-Lo sé papá y estoy trabajando para cambiarlo.
Diez años después, en una mañana de invierno salió de su casa para ir a visitar a su papá. Desde su humilde casa que había terminado de pagar unos días atrás, divisó una casi nula nube gris. Tomó su bicicleta por el volante para luego subirse en ella y entrar en la ciclo pista que habían construido por toda la ciudad. Casi no vio autos durante el camino. Los pocos que había eran muy respetuosos del peatón y no parecían tener prisa. La gente que pedaleaba tenía un semblante relajado, sonreían y eran también muy respetuosos ante el peatón. Paró en un semáforo en la esquina donde había un puesto de revistas.  La primera plana de un periódico decía “El congreso vuelve a apostar por la educación y la cultura por décima vez”. El semáforo cambió al verde y avanzó unas cuadras, dio vuelta y la calle que parecía haber sufrido un mini bombardeo estaba plana y acogedora. Entró a la casa de su padre.
-Hijo estoy totalmente sorprendido de cómo han cambiado las cosas – dijo su padre con una cabellera y una barba blanca. En su voz se percibía la alegría. – No pasa ningún año sin que se invierta en hacer más escuelas tanto para jóvenes como para adultos así como bibliotecas y centros culturales. Se invierte en universidades, proyectos tecnológicos y ahora somos un país que exporta tecnología.
-Lo sé papá –dijo como si no le sorprendiera lo que su padre expresaba – y lo mejor de todo es que ya no se respira un ambiente de inseguridad e incertidumbre. Ahora se respira un ambiente lleno de retos y oportunidades.
El mismo día por la noche en su casa, se conectó a Internet, abrió una página electrónica en la cual introdujo su nombre de usuario y su contraseña. Dentro de la página se desplegó en letras en la parte superior  “Unión de Hackers Mexicanos – Por un México mejor”. Había una larga lista de actividades que se les asignaba a cientos de hackers mexicanos y algunos extranjeros que buscaban mejorar a México. Actividades que se distribuían según las diferentes especialidades de cada hacker; todas eran a favor de incrementar la educación y la cultura. Él había elegido, años atrás, un par de esas actividades. Su especialidad era manipular los registros de visitas en las páginas. Incrementaba sus contadores y hacía creer a los periódicos que esos artículos eran populares, entonces después escribían más sobre el tema. Mientras hacía eso recordaba los inicios de la organización que creó y que no tardó mucho en tener más simpatizantes que trabajaban en secreto para cambiar un país sin usar la violencia.






MÓNICA

Mónica estaba en su oficina, eran las nueve y media de la mañana cuando empezó a prepararse su café,  prefería el colombiano, sino más vale nada, se decía. Prendió su computadora. Se dispuso a trabajar cuando sonó el teléfono.
-Bueno – Contestó esbozando una sonrisa que se trasmitió a través del tono de su voz.
-Si bueno, ¿Mónica? ¿Eres tú? –dijo la voz que hablaba por el teléfono con un tono moderado.
-¿Carla? – respondió rápido Mónica.
-Sí, soy yo ¿Cómo estás? – preguntó su mejor amiga.
-Pues estoy un poco con los ánimos bajos –dijo Mónica con una voz que reflejaba frustración.
-Pero ¿Por qué? ¿Qué Pasa? ¿Cuéntame?
-Pues he estado piense y piense en mi vida sentimental y cómo hace rato no doy una. Desde que salí de mi última relación hace cinco años, sigo estancada. Y es que en serio Carla, todavía lo sigo amando, lo adoro, aunque él ya esté casado y viva en París con su esposa y sus tres hijos, a diario estoy en el facebook mirando sus fotos y no dejo de recordar lo hermosa que fue nuestra relación. Y por más que salgo con nuevas personas aquí en México, simplemente no dan el ancho, ¡No lo dan! –dijo mientras cerraba la puerta de su oficina.
-Mónica tranquila, ya encontrarás a alguien – Contestó Carla dándole ánimos – Sólo tienes que armarte de paciencia. Dime ¿Qué paso con el muchacho aquel que me platicaste, que era de Ciudad Guzmán?
-Pues no, no, no. Estuvimos chateando, y… Imagínate que escribía: Kavallo, cosina, Kazaz, sapato…no, no, no -Recordaba Mónica con espanto- casi me infarto. Lo peor es que nos vimos y el chavo tenía un BMW, me platicó de sus dos casas en Cancún y otras dos de día de campo en Cuernavaca. Pero cuando yo quería hablar de algún tema cultural, me daba la vuelta o bostezaba. Y pues tú sabes que yo necesito admirarlos en algo y sinceramente no admiro a la gente por el número de pertenencias que tengan. Además ni siquiera terminó la primaria.
-Estoy de acuerdo contigo debe de haber algo más – Contestó Carla apoyando la idea de Mónica – ¿Y qué paso con Gilberto?
- Gilberto, es excelente persona, pero es que sus hobbies, simplemente no me gustan. Le encanta la banda y llega siempre con su música a todo volumen, y yo en toda mi vida jamás he soportado a la gente que hace eso. Le encanta poner narcocorridos. Yo los detesto. Mira que me invita a su rancho, de más de treinta hectáreas donde tiene todo tipo de animales a los cuales doméstica, pero no es lo mío. Yo soy más de salir a lugares culturales, me gusta el cine francés, ir a un buen café, obras de teatro, artes plásticas, los viajes a otros países y la comida internacional. Pero suponte si termino con él, sólo me tendrá ahí encerrada en su rancho con sus animales. Nuestros gustos no concuerdan. Yo necesito cosas intelectuales y eso lo cumplía muy bien mi ex. Y para colmo Gilberto no ha terminado ni siquiera la secundaria. Luego, detesto que para salir con él siempre tenemos que salir con sus guaruras. Y según me dijo es hijo de alguien muy importante, pero que de los negocios de la familia mejor no pregunte.
-Ijoles amiga te compadezco –habló Carla impresionada por lo que oía. Pero qué te puedo decir, en México la falta de educación está por todas partes. La gente ve puras telenovelas y fútbol. Si comienzas a hablar de algún tema interesante, o empiezan a bostezar o te tachan de rarito. Aquí sabes que lo que cuenta es ser un gran payaso, el alma de la fiesta, lo demás sale sobrando. Aunque desde luego te estoy diciendo que esto es la generalidad, pero también hay intelectuales, aunque te soy sincera, escasean. Además con todo esto de la inseguridad la gente preparada se está yendo a otros países. Imagínate, de por sí México ya era un país pobre de educación, pues ahora hasta fuga de cerebros tiene. Tengo la impresión de que te costará mucho trabajo encontrar alguien con tus exigencias. Agrégale a todo esto que las políticas de hoy prefieren invertir en armas que en educación. Hay cada vez más población, y cada vez menos presupuesto para las universidades y la investigación. Se invierte mucho pero solo en la educación básica, la primaria, porque a nuestros gobiernos sólo les interesa invertir en gente que sea capaz de trabajar en maquiladoras, cosas que no requieren de mucha capacidad intelectual. Todo esto porque a nuestros vecinos del norte sólo les interesa mano de obra barata y a muchos gobernantes mexicanos el dinero fácil y rápido. Es de verdad triste. Según la encuesta nacional de lectura del 2006 el mexicano lee menos de tres libros durante un año, mientras que los europeos leen un libro por mes.
- Vaya que es alarmante, yo por eso sigo adorando a mi ex europeo. – Contestó Mónica ya más calmada, como si hubiera sacado un nudo de sentimientos que la amargaban. Siguieron su plática que duro cerca de una hora para luego acordar salir a tomarse un café, ritual de cada fin de semana.
Una semana después, por la mañana el teléfono de Mónica volvió a sonar, era Carla y se enfrascaron en la acostumbrada charla de cada semana:
-Que crees Carla –dijo Mónica con voz de estar a punto de revelar algo sorpresivo- volví a salir con Gilberto. Y esta vez me desconcertó. Llegó a mi casa sin hacer ningún escándalo. Me invitó a un restaurante italiano muy rico. Después me llevó a un concierto de música clásica. Me dijo que había vendido su rancho y que pensaba retomar sus estudios, pero en París. Y lo que más me fascinó, fue que de una carpeta sacó las escrituras de un apartamento en esa ciudad, París, en el arrondissment número nueve, cerca de galerías Lafayette. Te lo juro, lo leí y es de verdad y está a su nombre. También me mostró un par de boletos para viajar a visitar el departamento. Me dijo que me amaba con todo su ser y que quería casarse conmigo, me entregó un anillo. Me convenció de que nos fuéramos a París, que allá nos casaríamos y que ya tenía todo preparado. Me mencionó que allá podría hacer lo que quisiera, que hay miles de cafés, museos y lugares culturales. Que si quería volver a estudiar que lo hiciera… - y Mónica siguió contándole a Carla cada detalle. 
- Acepta usted a Gilberto cómo su esposo…-Dijo el cura, meses después, en la presidencia municipal del arrondissment número nueve donde se veía carros de lujo blindados por todas partes y decenas de guaruras con apariencia de la mafia italiana. Había invitados de parte de Mónica, entre ellos estaba Carla y toda su familia a quienes les habían pagado todo el viaje. Por atrás la madre de Gilberto decía a su esposo:
-Me da gusto que hayas logrado tu alianza con los Rocatagliatta que tienen varias plazas por aquí en Europa y que Gilberto por fin haya encontrado su media naranja.






ROBOT A

Empezaré contándoles de ese nuevo mundo en donde abundaban los robots. Estaban por todas partes. Había de todos los tipos imaginables, pero los que más abundaban eran aquellos hechos a imagen y semejanza de los hombres, podría llamárseles androides, pero no, esos eran todavía robots. Se notaba en sus movimientos, en su voz mecanizada, aunque ya, extraordinariamente alcanzaban una gran similitud con los seres humanos. A parte de esos realmente similares a nuestra raza humana, como comenté en un inicio, había todo tipo de robots, especializados en tareas muy repetitivas, pero a los cuales no se les notaba una dote de inteligencia como a los primeros. Los casi androides realmente tenían su brillo muy propio, con detalles que no dejaban de asombrar a la raza humana. Uno de ellos se despertó una vez más agitado por la mañana. Robot A le comentó a su compañera:
-Nuevamente despierto de esta manera violenta, sentí una sensación extraña de cómo si una corriente eléctrica en un punto de mi cuerpo me alarmara de un peligro de auto conservación.
-Pareces estar describiendo lo que todos sentimos cerca de la misma hora en que tenemos que despertar para trabajar. –contestó ésta mientras se preparaba para hacer las labores domésticas.
Llegaron los amos y abrieron el almacén en donde el par de robots dormían parados. Los amos eran una familia de ricos, compuesta por la pareja y dos hijos. Tenían una gran casa y básicamente estos dos robots se dedicaban a las labores internas de la casa. Labores de limpieza, cocina, mantenimiento, etc. Para las labores externas existían servicios externos especializados, como por ejemplo, los servicios de seguridad y de jardinería. Robot B también estaba a cargo de cuidar al niño de diez años y las niña de ocho. Existía un servicio de chofer, éste robot tipo androide también, esperaba puntualmente todas las mañanas en la puerta de la casa para llevar a los niños a la escuela y luego en la puerta de la escuela, para traerlos de regreso. La pareja de amos dejaron una lista de actividades a los robots como prioridades a otras que tenían anteriormente y como en otra jornada se pusieron a trabajar. Era un día más, igual a los días de los últimos diez años.
Por la tarde Robot A le pregunto a la Robot B:
-¿Recuerdas tu algo de antes de haber llegado a este lugar? –Dijo al pasar por la cocina con algunos utensilios para ajustar algunas tuberías del baño. El cual se encontraba a unos metros de la cocina.
-No, no recuerdo nada dijo ella.- Con voz indiferente y agregó- No sé porque te quiebras la cabeza con esas preguntas, ya estamos aquí y ellos son nuestros amos y ellos nos crearon, así que somos sus sirvientes. Date por contento que tenemos unos amos que nos tratan bien, y que aquí nos dan buen mantenimiento. Recuerdas al robot vecino, todas las crueldades que nos platicó que sus amos le hacían.
- Sí si recuerdo, pero dentro de mí siento a diario una inquietante voz que me pregunta constantemente sobre mis orígenes, sobre mi pasado, sobre mi futuro. Y no veo futuro en todo esto. Mi pasado es algo tan difuso. Lo que más me desconcierta son esos sueños en donde lloro, sí lloro como un ser humano. ¿Te ha tocado ver cómo los niños lloran?
- Por supuesto, una vez me tocó hasta ver cómo la señora lloraba después de una discusión fuerte con su marido. – Añadió más interesada en la plática, pero continuando con sus labores del día. – De cualquier modo te digo que no llegaremos a nada cuestionándonos todo eso. Yo también he soñado que lloro, he sentido como si realmente tuviera esas lágrimas. Se siente como cuando el agua se escurre en nuestras manos.
- Así es. – replicó Robot A también ya algo excitado por la plática, pero sin dejar de concentrarse en sus labores- y no sé si te comenté también que una vez en mis sueños sentí que estaba yo en un desierto como esos que pasan en el canal de la vida salvaje, por allá en el Sahara, un desierto lleno de dunas. Recuerdo que caminaba y sentía como si algo fuera a explotar dentro de mi cuerpo, pero yo de algún modo lo reprimía y decía que ese no era el lugar para dejarlo salir. Seguía caminando en busca de ese lugar, pero ya era tanto el sufrimiento de contener eso que lo tuve que soltar, y sabes qué fue lo peor que hice, lo que el niño de aquí hace, yo tenía como el un orificio y por ahí empecé a orinar. Lo más extraño fue la sensación ulterior a eso, la sensación era de que un líquido caliente se propagaba por varias partes de mi cuerpo. Y esa no fue la primera vez que sueño algo por el estilo. – Pasó otra vez por la puerta de la cocina, pero esta vez se quedo un rato parado bajo el dintel- ¿No me digas que tu nunca has tenido esos sueños o sensaciones?
Ella ya no replicó. Se quedó callada. Robot A, algo afligido, decidió seguir con sus labores sin volver a sacar el tema, al menos por ese día.
Los dos robots se turnaban para cuidar a los niños, actividad que le fascinaba hacer a Robot A pues aprendía miles de cosas con ellos. Los niños sacaban centenas de juegos y los compartían con los robots. Robot A sentía que aprendía cada día nuevas cosas y se asombraba de sus propias capacidades. Su impetuosa e insaciable curiosidad iba más allá de lo explicable. Y muy seguido se ponía a reflexionar y se decía a si mismo en el pensamiento “Pero si yo soy capaz de pensar, hacer y sentir como cualquier ser humano”. A veces los niños le pedían ayuda para sus labores escolares, y Robot A empezó a dominar todo lo que lo niños hacían. Fue tan así que se las arreglaba en sus ratos libres para conectarse a los cursos que los niños tomaban para la escuela y empezó a hacer cada uno sus ejercicios. Aprender le causaba un placer inmenso y lo llenaba de orgullo, lo hacía sentirse único como ser. Desde luego Robot A no sabía cómo había aprendido a leer, pero pudo desde la primera vez arreglárselas con esa actividad de ayudarles con sus labores escolares. Empezó a tomar los cursos de historia, un tema que realmente le fascino, pues le ayudaba a saciar su curiosidad de saber sobre sus orígenes. Su obsesión era tanta que empezó a profundizar sobre esos cursos. Pero cuando quiso adentrarse más se dio cuenta de que había muchas limitaciones para acceder a aquellas bases de datos sobre la red. Todo tenía contraseñas por huellas digitales. Obviamente Robot A carecía de ellas. Fue de ese modo que se dio cuenta de que los robots estaban limitados a la verdad de saber sobre sus orígenes.
Pasaron cuatro años. Robot A decidió rendirse por un tiempo a sus preguntas. Pero siguió observando a los niños y sus cursos, se las arregló para tomar notas y construyó una especie de biblioteca en un rincón secreto que él había hecho en la casa. También observaba sigilosamente a los amos y sus actividades. Entre una de las tantas actividades que llamó la atención a Robot A, fue la actividad periodística al ver un resumen informativo, ésta actividad no incluía a los niños. Robot A y el niño como compinches empezaron a espiar algo que les estaba vedado.
-¿A dónde me llevas? –dijo Robot A un día, mientras el niño lo arrastraba de la mano.
- ¡shiii! -Replicó el niño mayor. – Tú sólo sígueme, yo tampoco sé qué hacen con exactitud. – Robot A lo siguió por primera vez, y entonces conoció ese noticiario. Este se presentaba todos los días a la misma hora por un canal de la gran red. Era el noticiario favorito de los amos, quienes casi como ritual lo veían ya entrada la noche en su cuarto, el pequeño descuido de dejar la puerta semi abierta fue suficiente para que Robot A y el niño mayor espiaran. Este canal estaba encriptado y sólo aceptaba las huellas de los amos para poder ser visto.
Robot A miró entusiasmado ese día y todos los siguientes de ahí en adelante, siempre antes de que lo guardaran junto con su compañera. Si antes Robot A tenía gran curiosidad, con esto se le había cuadruplicado esa sed. En el resumen se hablaba de miles de otros robots como él. Se hablaba de revueltas, de huelgas organizadas por ellos. Pero lo que lo dejó petrificado un día en particular fue esa nota, esa nota sobre aquel descubrimiento hecho, gracias a miles de robots que se habían rebelado y entrado a la fuerza en aquel edificio que mencionaban, pero que él no tenía ni idea de dónde se encontraba. Parece que miles de robots se habían organizado secretamente y decidido atacar por la noche. Obviamente, la operación había engañado a seguridad, describía el noticiario, pues los robots simularon atacar por arriba y ya tenían cientos de días cavando un hoyo, así que entraron por abajo. Los robots llevaron a seres humanos con ellos como testigos, obviamente entre ellos algunos reporteros con sus cámaras. El grupo al entrar en aquel enorme edificio después de neutralizar al sistema de seguridad, con sorpresa, descubrió a cientos de seres humanos acomodados en fila, llenos de cables, tubos y sensores sobre sus cuerpos. Todos tenían cascos y mallas sensitivas. Parecían dormidos. Existían pantallas que demostraban sus pulsaciones y la fluctuación de ondas. El reportero hizo un acercamiento a uno de esos cuerpos que parecían dormir. Por arriba del cuerpo se veía un gran letrero negro que contenía un número de serie compuesto por cinco letras y dígitos, los cuales fueron inconfundibles para Robot A, que detrás de la puerta con sigilo y nerviosismo, levantó su brazo y observó el mismito número de serie grabado sobre su carcasa. Agitado y sorprendido siguió mirando aquellas imágenes, pudo percibir cómo las pulsaciones de aquel cuerpo, que un monitor registraba, iban en aumento a gran velocidad. Robot A no pudo resistir lo que veía, una sensación extrema se apoderó de él. Lo visto lo había emocionado profundamente. De pronto sentía perder el control de sus miembros, sentía como si algo palpitara a toda velocidad dentro de sí, se toco el pecho, la pantalla se tornó difusa, Robot A se desmayó como un ser humano.






UNA PIEL SIN TATUAJES

Les comparto otro cuento que forma parte de la antología de mi primer libro: El Vampiro Drogadicto.


Una lluviosa mañana, ella estaba en la casa de su amiga cuando notó que ésta sentada frente al televisor, no paraba de cambiar de canal.  Pasó por miles de canales y cada vez que cambiaba la señal, había anuncios. Ella pensó: “Qué mierda, ¿Cuándo fue el momento en que el hombre empezó a pagar para ver toda esta basura por el televisor?”, pero reparó en que su amiga no se cuestionaba ese fenómeno. Ella se levantó y le dijo a su amiga que tenía deberes que hacer en su casa. La finalidad era zafarse del martirio de pasar horas sin poder ver un programa completo, debido al constante cambiar de canales, que al final sólo llevaba a olvidarse de  lo que uno estaba viendo. Salió de la casa de su amiga para subirse al transporte público. A lo lejos percibió una especie de camión hippie que al acercarse mostró cientos de pequeños anuncios de todo tipo de colores, sobre productos y servicios. Volvió a reflexionar “¡Dios Santo, en qué mundo vivimos!”.  Subió al transporte y en el camino observaba las casas que estaban llenas de bloques de pintura de cuarenta por cuarenta centímetros con anuncios parecidos a los del camión. Lo que la perturbó más fue ver árboles que en cada una de sus hojas tenían pequeños anuncios también, eran traslucidos, pero se alcanzaban a ver imágenes y letras pequeñas. Semáforos que parecían periódicos llenos de anunciantes. Los autos de lujo portaban marcas de productos muy finos. El famoso refresco de cola estaba por todas partes; era increíble la variedad de anuncios creativos que lograban para cada cosa. Al llegar a su destino, y bajar del transporte vio que el pasajero que iba bajando delante de ella llevaba un pequeño tatuaje que decía “Más refrescante que el agua” mostraba una botella muy bien diseñada. Pensó “¿Pero qué es eso? ¡Un anuncio tatuado!”. Descendió del transporte público sacada de onda, después de dos cuadras llegó a su casa donde su madre la recibió.
-¿Dónde andabas hija?
 -Pues andaba contando el número de anuncios comerciales en la ciudad, pero fue inútil, son más que las estrellas del universo – dijo ella con sarcasmo.
  -Así es este mundo hija – y vio como su madre la miraba de reojo mientras acomodaba unos trastes - así nos tocó. Lo importante es que tú tienes una buena educación para no dejarte engullir por toda esa maquinaria corporativa que crea necesidades ficticias.
Unas horas después llegó su padre con el periódico del día el cual aventó en un sillón de la sala. Desde lejos ella percibió un tatuaje en el diario. Era la imagen de un tatuaje similar al que había visto en el individuo que se había topado en el camión. El artículo decía: “Las empresas amplían programas de propaganda a través de tatuajes”. Se sentó a leer la nota completa. En resumen entendió que ahora cualquier persona que se hiciera un tatuaje con la propaganda de algún producto recibiría una cantidad mensual. Quedó perpleja ante tal noticia. De inmediato mostró el artículo a sus padres quienes le respondieron que eso era para gente naca, que no todo el mundo lo haría y que se diera cuenta que ellos no habían pintado ni casa, ni autos ni ninguna otra cosa con anuncios. Ella también pensaba lo mismo y estaba segura de que jamás haría algo así. Pero sentía que la suya era de las pocas familias que no se prestaban para anunciar algo.
Pasó un año y cuando regresaba de la casa de su amiga en el transporte público no pudo evitar desviar la atención sobre la cantidad de tatuajes que había sobre la piel de toda la gente a su alrededor. Empezó a notar diferencias. La gente rica y guapa llevaba puras marcas de moda y mucho caché que las engalanaba. Mientras viajaba escuchó hablar a la gente sobre sus ganancias y que las corporaciones eran las que al final decidían si tú eras una persona acorde a tal o cual marca. Entonces le quedó claro el porqué el vulgo llevaba tatuados anuncios de muy mal gusto que no los embellecía para nada. Fuera como fuese ella seguía resistiéndose a tal novedad comercial.
Unos días después cuando regresaba de la preparatoria a su casa, en el camino un muchacho la alcanzó y le ofreció acompañarla. Al percibir su gran atractivo y sobre todo que no tenía ningún tatuaje, aceptó la oferta con gusto. Pensaba divertida “Por fin uno limpio y guapo ¿Pero estará totalmente limpio? Lo tendré que averiguar”.  Encontró que el muchacho era bien educado, caballeroso y también notó un buen gusto en su forma de vestir. Cuando llegaron a la casa de ella, el joven la invitó a salir y ella sin oponer ninguna resistencia aceptó. A partir de entonces, empezaron a frecuentar todo tipo de lugares y siempre la pasaban bien. Parecían ser el uno para el otro. Y lo mejor de todo no había aparecido sobre él ningún tatuaje.
Un viernes por la noche, cuando volvían de un antro, en el auto de él comenzaron a besarse apasionadamente para después pasar a tocarse por encima de la ropa. Ella sintió lo musculoso que era y aprovechando la situación ardiente en que se encontraban los dos  le dijo:
-Quítate la camisa.
Él de inmediato se la quitó. Al no ver ningún tatuaje ella se entusiasmó aún más “Este es el bueno” pensó, y le propuso que fueran directo a un motel.
En menos de quince minutos llegaron a un cuarto en el que comenzaron a comerse a besos. Entonces, en la poca luminosidad de la habitación, ella le dijo con una voz apasionada:
-Muéstrame tu arma
Él rápido se bajo el cierre y sacó su descomunal miembro que a través de su longitud tenía tatuado un anuncio fosforescente de una marca de un condón muy conocido. Ella pegó un brinco hacia atrás y aterrada ante lo que estaba viendo, escuchó a su pareja decir:
-No sabes la fortuna que me pagan por ese tatuaje ¡Es genial! ¿No te parece?
Con una mirada de no poder creer lo que veía, su cara se torció, y horrorizada tomó sus cosas para salir corriendo a la calle en busca del primer taxi que la alejara de todo aquel chasco.











MARIGUANA


Antes de haberse sumergido en el universo de la planta, lo poco que sabía estaba basado en puros prejuicios. Recordaba que algunos amigos usaban de manera muy despectiva las palabras “¡Estas mariguano!” cuando él comentaba algo sin sentido. Sus familiares le asustaban cuando era pequeño diciéndole: “Ya métete a la casa porque en la noche hay muchos “mariguanos”. Pero jamás había
oído que algún mariguano hubiera causado un accidente por estar bajo el influjo de la mariguana, aunque sí de alcohólicos y casi cada semana. Tampoco rememoraba haber visto un mariguano fuera de su casa gritándole a su familia o a su mujer, en cambio a causa de otras drogas sí. En toda su vida jamás tuvo un incidente con algún mariguano y pensaba: “Es una plantita que no se ha demostrado que haga gran daño, si no es que ninguno y es el principal comercio de las bandas del crimen organizado. Más del sesenta por ciento de las ganancias de estos grupos
provienen de esa droga. Si la mariguana se legalizara para su producción, comercialización, venta y consumo sería un golpe duro para esos grupos criminales. Cuanto más profundizo sobre ella más cualidades positivas le hallo que no sólo en su consumo como droga, sino en cientos de otras aplicaciones que podrían beneficiar enormemente a la sociedad hoy en día. Desde luego sé que todo en exceso es malo. A ver tomate diario quince tazas de café, o a diario una botella de tequila, o tres litros de coca-cola, a ver si no te enfermas.” Con todos esos razonamientos que lo inquietaban fue que decidió crear su página electrónica en protesta a la ridícula prohibición de esa planta que crecía de la misma tierra que Dios nos había dado.
Un sábado por la mañana, como parte de un ritual que hacía
fuera de sus labores de oficina, encendió su computadora
personal y entró a la página para administrarla. La página se
llamaba “Mariguana” y sus respectivas traducciones al
inglés, francés, italiano, alemán y portugués. Ya tenía más
de setenta mil seguidores. Ese día, se dispuso a publicar
otro artículo interesante en defensa de la mariguana: “Los
mitos de la mariguana”, era el nombre. Copió la liga del
artículo y presionó sobre publicar. A los pocos minutos
treinta personas habían hecho clic en “me gusta” y en cada
refrescada que daba a la página esa cantidad aumentaba de
manera impresionante. También aparecían muchos
comentarios que decían: “legalícenla” en diferentes idiomas.
Miles de personas por minuto que se unían al grupo.
Provenían de todas partes del mundo. Existía toda una
cultura que era muy particular en las diferentes regiones del
planeta y la gente se expresaba acorde a sus ideologías,
tradiciones y costumbres. La página había ido creciendo
globalmente, ya que él dominaba cuatro idiomas. También
empezó a empaparse más de todo lo que giraba alrededor
del cannabis al cual muchos le atribuían cualidades casi
divinas. Aseguraban que les hacía menos daño que otras
drogas, entre ellas el tabaco y el alcohol. Algunos decían
que si el fin de semana te puedes echar unos vasitos de
tequila con tus amigos, debería existir la misma opción de
fumarte unos porros para relajarte, hasta sería mejor, habría
menos accidentes de tráfico, la mariguana no entorpece
como el alcohol, se dijo una vez más. Fue una sorpresa ver
participar en la página a un filósofo que había publicado un
libro sobre cómo usar la mariguana para poder inspirarse de
manera creativa. Él mismo había tenido algunas
experiencias con la mariguana, pero jamás se adentró en su
uso, no porque considerara a esta yerba maldita, sino más
bien por su convicción de que al comprarla estaría
alimentando a esos grupos criminales que lucran
aprovechándose de la censura basada en una completa
ignorancia llena de tabúes. Además le temía a sus
adulteraciones o el aumento de la fuerza de la mariguana
con selección artificial, que alguna vez le causaron una mala
experiencia. Pero entre más trabajaba en su página más
conocía. Se dio cuenta que muchos de los mariguanos eran
profesionales que tenían un buen trabajo, pagaban
impuestos y tenían una vida estable, saludable y fumaban
para relajarse, disfrutar la buena vibra que la mariguana les
causaba. Aprendió que esta droga no era más que una droga
blanda, supo de sus cualidades medicinales para los efectos
secundarios en los tratamientos del cáncer, aprendió que con
una hectárea de mariguana se podía hacer la misma cantidad
de papel que con cuatro hectáreas de árboles gastando
menos energía para su producción. Siguió conociendo un sin
fin de usos industriales, textiles, medicinales, etc., que
alguna vez fueron utilizados en la historia de la humanidad.
Simplemente empezó a pensar que era una planta
maravillosa. Una planta que si se legalizaba hasta podría
sacar de la crisis al país por sus múltiples usos y más
teniendo una gran demanda por parte de los vecinos del
norte.
Una mañana notó que seguía incrementándose el número de
seguidores, ya no eran mil personas por semana, empezaban
a ser dos mil, luego tres mil, cuatro mil y crecía el número.
Después de un año había cerca de dos millones de usuarios
comentando. Él estaba asombrado, hasta había grupos
culinarios que hablaban de todo tipo de delicias. No había
día que pasara sin que se venerara la planta. Todo tipo de
intelectuales pasaban a iluminar a los miembros del grupo
aportando nueva información, él la tomaba y la compartía
con gran entusiasmo, se sentía parte de ese gran movimiento
que irradiaba una gran conciencia cannabica.
Dos años después, estaba harto de sólo escuchar las
cualidades de la mariguana y bregar para que se legalizara la
planta maravillosa que una gran comunidad defendía; a su
vez, veía cómo el gobierno invertía inútilmente enormes
cantidades de dinero para perseguir a traficantes y
consumidores de esta droga, cuando era obvio que eso no
detendría el tráfico debido a la gran demanda que había por
parte del país vecino del norte y la gran pobreza que sufría
México. Advertía cómo el pueblo seguía lleno de prejuicios
ante aquella yerba. La ignorancia era grande. Pero también
fue testigo de un incremento de defensores de la planta por
un debate nacional que logró que más gente se informara
sobre las drogas. Cansado de la hipocresía de los gobiernos
y agobiado pronosticó “Algún día va a legalizarse, pero ese
día todavía está muy lejano”.
Finalmente, al ver que las cosas cambiaban a pasos muy
lentos, llegó a un grado de angustia tan severo que lo llevó a
trabajar a diario horas extras. Los viernes en que solía
tomar unas copitas con sus amigos pasó a los grandes
excesos de alcohol. En sus borracheras solía gritar:
“¡Pinche alcohol nos va a matar! Veintidós mil accidentes
de tráfico al año ¿Cuántos de esos se deben al alcohol? ¡Ah
pero por un pinche cigarrito del cual nadie ha muerto por
sobre dosis, ni por algún efecto secundario y menos
provocado accidentes…se hace todo un circo!” Sus amigos
lo llevaban a su casa casi inconsciente. Cayó en una crisis
moral profunda. Sus abusos empezaron a mermar su salud,
al aparecerle todo tipo de dolores crónicos. Fue a consultar
doctores que sólo le daban más y más drogas legales para
aliviarlo y no hicieron más que empeorar su estado.
Entonces tocó fondo, no le encontraba sentido a nada.
Una tarde, fue en busca de unas hojas de rasurar. Se
disponía a quitarse la vida, cuando sintió una iluminación.
Dejo las navajas, se conectó al Internet, abrió una página,
sacó de su cartera su tarjeta de crédito y entonces ordenó un
bonche de semillas de mariguana.
A partir de entonces, cada día a las cinco y media de la
tarde, hora de salida normal, todos los días, dejaba por
completo su trabajo y se disponía a realizar actividades que
le gustaban, entre otras: convivir con amigos y familiares.
Los viernes ahora en vez de irse a tomar unas copitas de
alcohol se fumaba unos cigarritos de mariguana hechos de
su cosecha. A partir de ese ritual su salud mejoró
considerablemente, se sentía más relajado, y con más ganas
de vivir.