UN DESPERTAR SALVAJE

-Se lo juro –dijo él sereno-, no sé cómo llegó a mi pierna, sólo recuerdo que la noche anterior tuve cantidad de pesadillas. Luego me levanté para asearme como de costumbre y caí al suelo boca abajo, en ese momento supe que algo andaba mal en mis piernas, e inmediatamente miré hacia ellas y ahí estaba, la piel de una gran serpiente parecía cubrir toda mi pierna derecha hasta la ingle. El pánico se apoderó de mí, y mi primer reflejo fue buscar las mandíbulas de aquella serpiente que había comenzado a devorarme por la noche, pero para mi sorpresa no encontré nada a mí alrededor. La piel de la serpiente estaba integrada a mi piel de manera natural. Estaba por todo lo que antes era mi pierna, mi rodilla, mi pantorrilla, hasta llegar a mi pie donde encontré la cabeza de la serpiente.
-¡Vaya! - exclamó el jefe mientras miraba un poco horrorizado y con curiosidad su nueva pierna en forma de serpiente.
-Así es, de inmediato supe que era una serpiente pitón por las figuras de su piel, de algo me sirvió leer sobre animales. No me preocupé, sabía que no me atacaría con una mordida venenosa. De todos modos en ese momento guarde la calma, porque todavía existía la posibilidad de morderme o intentar asfixiarme. Pero para mi sorpresa mis temores se despejaron cuando ella se enrollo en mi otra pierna sin presionarla y luego subió hasta mi cara, se posó a un lado de ella y jamás hizo nada agresivo, es como si la serpiente de pronto sintiera que mi cuerpo es parte de ella. Al menos ese fue mi razonamiento que terminó con el pánico de ser agredido por ella.
-¡Esto es realmente increíble! Ahora entiendo porque no has venido a trabajar aquí en la planta y siempre estás trabajando remotamente.
-Sí, es por eso que pasé a trabajar todos los días remotamente este último mes. Me tomó un par de días asimilar lo que me estaba pasando. Revisé todas mis medicinas para ver si no había tomado algún potencial alucinógeno, pero recordaba bien que no había ingerido nada últimamente. Desde que la serpiente me acompaña, reflexioné mucho sobre el asunto y me preguntaba si no estaba perdiendo el juicio. Un día llamé a un par de amigos. Ellos vinieron a mi departamento y al igual que usted se quedaron boquiabiertos. Eso fue a mediados de la primera semana. Después la serpiente se tornó muy inquieta, y no podía salir a la calle con algo así. Sabía que podría causar pánico por todas partes. Antes de hacerlo tendría que calmarla. Mis amigos me dijeron que llamara a la policía o a una ambulancia. Yo les dije que a la policía jamás, dirían que ese animal no debe de estar en casa pues es un animal exótico y me pedirían dinero para mantener el secreto. Mis amigos conocen bien a nuestra policía y estuvieron de acuerdo conmigo. Sobre ir con un médico les dije que lo más seguro era que me mandarían a urgencias y terminarían por amputarme la pierna. Odio las operaciones y no tengo intenciones de quedarme sin una pierna aunque ésta se haya convertido en serpiente, así que les pedí que guardaran el secreto y al tener la posibilidad de trabajar desde casa me las arreglé para no venir a la planta a trabajar y hacer todo desde casa y usted ha visto,  todo ha sido entregado a término.
-Sí, desde luego he visto que todo lo has hecho mejor de lo esperado – siguió su jefe que todavía miraba estupefacto aquel animal sobre la pierna – y ahora tienes mi permiso para que sigas desde tu casa y trates de resolver tu problema. ¿Qué piensas hacer?
- No lo sé aún, al menos pude calmarla, al parecer se ponía muy inquieta por su apetito, yo creía que con lo que yo comiera bastaba, pero no. Para mi sorpresa a esta serpiente le fascinan los televisores. Le gustan de todo tipo y la única forma de calmarla es dándole uno para su ingesta. Lo averigüe porque varias veces me arrastró hacia el televisor de mi sala. No entendía qué quería hasta que abrió sus enormes mandíbulas y trató de engullirlo por completo, como lo hacen con sus presas. Con esfuerzos logré impedirlo. De inmediato llamé de nuevo a mis dos mejores amigos y les pregunté si tenían algún televisor viejo que no les sirviera. Uno de ellos me dijo que tenía uno, le pedí que me lo trajera de inmediato, que tenía que experimentar algo. Mi amigo me hizo el favor de traérmelo a mi cuarto. Y así fue, la serpiente de nuevo dio un enorme brinco y me arrastró hacia el televisor viejo de mi amigo, de nuevo abrió su enorme mandíbula y comenzó a tragarlo por completo. Mi amigo y yo nos quedamos atónitos. Desde esa vez tengo que conseguir un televisor de tamaño medio por semana para aquietarla. Hasta he tenido que comprar teles viejas. Y ya no veo más televisión porque no quiero que se coma mi televisor que me costó bastante dinero, posiblemente lo venderé.
-¡Oufff! Debes estar sufriendo mucho ahora sin televisor, yo no podría vivir sin ver tele.
-No, no – dijo él – me creerá que no me hace falta, la verdad es que ahora leo mucho más. Cuando leo no hay anuncios comerciales cada cinco minutos pidiéndome que compre, compre y compre y que no pare de comprar. Además los canales locales hoy en día son una basura de programación. El culto a todo lo naco y vulgar cubre los canales locales mexicanos. La televisión por cable está infestada de programación gringa, muchas cosas no se adaptan correctamente a nuestra cultura y después de un tiempo comienza a hartar, era tan fácil en otros tiempos apretar el botón de encendido, pero ahora con la serpiente no lo es. Lo que le agradezco a esta serpiente es haberme regresado el gusto de leer. En la lectura encuentro autores rusos, japoneses, argentinos, franceses con historias emocionantes de todas partes del mundo y todo sin comerciales que interrumpan. Definitivamente esta serpiente me tiene un poco atorado pero me liberó de un gran mal, un enorme mal que describió muy bien Ray Bradbury en su novela distópica Fahrenheit 451: ‎"La televisión, esa bestia insidiosa, esa medusa que convierte en piedra a millones de personas todas las noches mirándola fijamente, esa sirena que llama y canta, que promete mucho y en realidad da muy poco." Pero bueno eso ya es otro asunto. Le prometo que estoy haciendo todo lo posible por resolver mi problema con esta pierna en forma de serpiente. Y le agradezco me deje trabajar desde casa mientras encuentre una solución. He sido muy afortunado de tener muchos seres queridos a mí alrededor que me han ayudado mucho para salir adelante con esto.
-No te preocupes – dijo el jefe con un sonrisa – como es bien sabido no hay mal que por bien no venga, y parece que encontraste algo bueno con tu pierna en forma de serpiente. Por mí no hay problema, sigue trabajando desde casa y esperemos se solucione pronto tu asunto.
Seis meses después él volvió a tener una noche llena de pesadillas, despertó a la hora acostumbrada para dirigirse a la ducha cuando notó que caminaba con sus dos piernas y sonrió con gran alegría. Siguió su vida normal, pero esta vez leía más en vez de encender el televisor y se sentía mejor que antes.  




TRÁFICO EN GUADALAJARA

Viernes por la noche, voy por la avenida López Mateos, el tráfico es denso  pero fluido. A lo lejos, al inicio de un paso a desnivel, una fila de autos luce casi estática. Me acerco lentamente, como cuando alguien observa algo que no reconoce pero cree saber de qué se trata. Mi auto pasa a formar parte del par de enormes filas que parecen ser devoradas por aquel enorme túnel. Respiro con resignación hasta entrar en estado de meditación. Observo detenidamente a mi alrededor, sólo autos. Miro dentro de cada uno de ellos. Algo me hace ruido en lo más profundo de mis entrañas, algo me sacude, algo no cuadra, algo no tiene sentido. Los autos pasan uno tras otro con uno o dos pasajeros a lo mucho. Algo es incoherente, pienso. Pero es viernes y no quiero reflexionar, así qué enciendo la radio, pongo mi música preferida y me preparo para un trayecto prolongado.